— Hace tres días que no me visitas, Gee...
Gerard miraba a la nada, y Frank advirtió que estaba extraño.
— ¿Qué sucede, Gee?
El aludido negó y pestañeó, como dándose cuenta del lugar en donde estaba.
— Dime...
Pero no recibió respuesta.
— Está bien.– Suspiró con resignación.— Yo te tengo que contar algo...
Gerard lo miró, preguntándose si Frank no se daba cuenta de que él siempre estaba a su lado, visible o no.
— Ayer la enfermera me dijo que me asignaron una psicóloga.– Hizo un puchero.— Yo no quiero contarle mi vida a una desconocida...
"Tienes que hacerlo" Leyó en sus labios.
— Pero no quiero... Nadie entenderá nuestro amor.
Frank pensó que Gerard desaparecería, como había hecho cuando hablaba de algo referido a su amor, pero no. Gerard lo miró con melancolía, como recordando los buenos momentos que pasaron juntos.
— Dijeron que vendría mañana.– Se rascó la nuca.— Espero que no sea una de esas viejas amargadas...
Ayer le habían quitado el traje de fuerza a Frank. Era un alivio, ya que no le daba especial ilusión que alguien lo viera hacer sus necesidades, o que le tuvieran que dar de comer en la boca..., o que tuvieran que ayudar a desvestirlo cuando se quería bañar.
— ¿Me estás oyendo, Gerard?
Gerard estaba ausente, y lo asustó, ya que él siempre solía escucharlo con atención.
"Si" Formuló.
— Pues no parece...
"Lo siento, me tengo que ir"
Y desapareció, dejando a un Frank con la boca abierta.