Desde ese primer beso se miraron distinto, con ese brillo de amor en sus ojos, al igual que la boba sonrisa que se les formaba al conectar sus labios.
Habían pasado unos años, y ya no eran pequeños niños, ahora eran adolescentes aspirantes a una vida mejor.— ¿En qué piensas?– Preguntó Gerard, realmente interesado.
— En nada...– Suspiró, últimamente su cabeza era un torbellino de sentimientos.Los dos se miraron, como cada vez que querían juntar sus labios con los del otro.
En ese tiempo los besos no eran tan inocentes como cuando eran niños, y los dejaba deseando un poco más de ese contacto que les hacía sentir cosas inimaginables.— Mi madre se enteró de lo nuestro.– Informó Gerard en medio del beso.
Frank hizo una mueca, tal vez pensando en que Donna Way era una homofóbica como sus padres.
— ¿Cómo se enteró?– Se atropelló con sus propias palabras.— ¿Qué dijo al respecto?
— Tranquilo, Frank.– Acarició su cabeza, como una madre intentando calmar a su hijo.— Dijo que estaba bien, pero que debemos...Frunció el ceño al ver cómo Gerard se sonrojaba.
— ¿Qué debemos hacer, Gerard?
— Dijo que debemos... cuidarnos.Frank abrió los ojos desmesuradamente. Si bien ya habían conversado sobre ello, no lo habían platicado tan abiertamente.
— Uh... ¿No te dijo nada más?
— No... Pero se mostraba muy feliz.– Sonrió.— ¡Ah, y también dijo que ella se imaginaba que nosotros terminaríamos juntos!«Juntos» Pensó Frank. Los dos -se notaba a kilómetros de distancia- sentían algo que no era amistad por el otro, pero en ningún momento formalizaron la relación. En ningún momento la palabra "novios" había estado adjuntada a "Frank" y "Gerard"
— Frank.– Lo llamó, sacándolo de su letargo.— ¿Qué sucede?
— ¿Quieres ser mi novio?– Propuso con la expresión más confiada que encontró en su repertorio.— Gerard Way, ¿Quieres ser mi novio?
— Si...– Susurró, tal vez sin salir de su asombro.— Claro que quiero.Y sellaron ese momento con un beso. Un beso que prometía convertirse en muchos más.