Capítulo cincuenta y cinco

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— ¿Gerard tenía muchos problemas de autoestima, verdad?– Preguntó Jamia.
— Si, en cada momento le tenía que repetir cuánto lo amaba. Él sentía que solo estorbaba.
— Entiendo.
— ¿Sabes por qué se intentó suicidar?– Hizo una pausa.— Pensó que así estaríamos mejor.
— ¿Quiénes "estarían mejor"?
— Donald, Donna y yo. ¿Te das cuenta de lo absurdo que es?
— Si, Frank, pero en la mente de Gerard eso era la solución.
— ¿Cómo pudo siquiera pensarlo?– Se limpió una lágrima que bajaba por su mejilla.— Nunca entendió que era lo más importante para mi.
— ¿"Lo"?– Enarcó una ceja.— Lo estás diciendo como que si fuese un objeto.
— No es lo que quise decir...
— Lo sé, Frank, pero tal vez Gerard no lo sabía.
— ¿Qué?
— Tal vez cuando hablabas de todo lo que te hacían tus padres, no te dabas cuenta de que Gerard se sentía culpable, más encima con toda la situación de sus padres.
— Pero no entiendo...
— Nunca lo entenderás, no esperes entenderlo porque no lo vas a hacer; cada cabeza es un mundo, Frank.
— Lo extraño tanto...
— Me imagino que sí.
— Yo no quise hacerlo, Jamia, lo juro.
— ¿Y por qué lo hiciste?
— Fue un impulso... No sabía lo que hacía...
— Sí, lo sabías.
— Pero no quería que todo esto pasara.

De atar; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora