Capítulo noventa y uno

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Frank había despertado en medio de la madrugada, se había levantado y puesto un enorme abrigo que lo cubriese bien del frío tan arrasador.
Su plan era bajar y quedarse en el patio de su casa, como tanto amaba hacerlo.
Ya en el patio se sentó en el césped y admiró las estrellas tan relucientes y hermosas, algunas se encontraban opacadas por las grises nubes.
Por el rabillo del ojo vio pasar una sombra, como un destello que desapareció en un segundo.

— ¿Gerard?– Preguntó al viento.

Definitivamente esa era la anatomía de Gerard.

— ¿Gerard?– Llamó de nuevo, mas no recibió respuesta.

Siguió mirando la oscuridad de su patio, ya que solo se veía en penumbras algunas cosas gracias a la luz de dentro de la casa.
Decidió no tomarle importancia, tal vez solo había sido producto de su imaginación.

— ¡¿Quién anda ahí?!– Gritó al ver de nuevo aquella sombra.

Se levantó del suelo y decidió ir a investigar.
Caminó con paso lento pero seguro, hasta que llegó al enrejado y no pudo ver ni sentir nada.

— No es gracioso, Gerard.

Y cuando lo dijo, algo se materializó en frente de sus ojos.
Era Gerard, que solo lo observó por unos segundos y se esfumó.

De atar; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora