Frank había despertado en medio de la madrugada, se había levantado y puesto un enorme abrigo que lo cubriese bien del frío tan arrasador.
Su plan era bajar y quedarse en el patio de su casa, como tanto amaba hacerlo.
Ya en el patio se sentó en el césped y admiró las estrellas tan relucientes y hermosas, algunas se encontraban opacadas por las grises nubes.
Por el rabillo del ojo vio pasar una sombra, como un destello que desapareció en un segundo.— ¿Gerard?– Preguntó al viento.
Definitivamente esa era la anatomía de Gerard.
— ¿Gerard?– Llamó de nuevo, mas no recibió respuesta.
Siguió mirando la oscuridad de su patio, ya que solo se veía en penumbras algunas cosas gracias a la luz de dentro de la casa.
Decidió no tomarle importancia, tal vez solo había sido producto de su imaginación.— ¡¿Quién anda ahí?!– Gritó al ver de nuevo aquella sombra.
Se levantó del suelo y decidió ir a investigar.
Caminó con paso lento pero seguro, hasta que llegó al enrejado y no pudo ver ni sentir nada.— No es gracioso, Gerard.
Y cuando lo dijo, algo se materializó en frente de sus ojos.
Era Gerard, que solo lo observó por unos segundos y se esfumó.