Capítulo setenta y seis

46 16 60
                                    

Todavía con el estómago dándole vueltas se presentó en la casa de Gerard, donde nadie lo recibió -al igual que el día anterior- y tuvo que usar la llave de repuesto.
La casa estaba silenciosa e iluminada solo por la luz que se filtraba por las ventanas.
Subió las escaleras despacio, con la piel erizada y sintiendo una opresión en el pecho.
Cuando abrió la puerta de la habitación de Gerard, quiso no haberlo hecho.

— ¡Suelta a mi novio, hijo de puta!

Bob se encontraba sin camiseta arriba de Gerard, quien solo sollozaba y corría la cara cuando intentaba besarlo.
Los dos chicos se sobresaltaron, separándose de inmediato.

— ¡Frank!– Gritó Gerard y fue a su lado, ocultándose detrás.

Frank hervía de cólera, casi se le podía notar el rojo en su cuerpo.

— ¿Qué le estabas haciendo a mi novio, grandísimo hijo de puta?– Masculló, acercándose y agarrándolo del cuello con firmeza.

— Nada que él no quisiera...

Frank apretó más el agarre, provocando que Bob soltase un grito estrangulado.

— ¿Qué le querías hacer? ¡Habla o te mato en este mismo instante!
— Quería que me acostase con él para así no decirle nada a tus padres de lo nuestro...– Susurró Gerard, temiendo a lo que podría pasar.

Miró a Bob con asco, como quien mira lo más aberrante que pudo haber existido, y lo zarandeó con fuerza.

— Te arrepentirás de haber nacido.– Amenazó antes de levantar el puño y pegar, pero algo lo estaba sosteniendo.
— No lo hagas, Frank.– Suplicó Gerard.— No lo hagas...
— ¡El hijo de puta te quiso violar, Gerard!
— Lo sé, pero no hagas nada... No lo volverá a hacer.

Gerard todavía mantenía agarrado el brazo de Frank, quien de apoco fue aflojando el puño que mantenía en el aire.

— Por hoy te salvaste, pero no quiero volver a verte cerca de Gerard.– Le enterró un dedo en el pecho.— ¿Me oíste?

Bob no dijo nada, haciéndolo enfurecer más de lo que ya estaba.

— ¡¿Me oíste?!– Gritó en su rostro.
— Si.
— Ahora vete.

Con dificultad se levantó y se fue.

— Debiste haberme dicho que eso era lo que quería.– Dijo Frank con una calma que no sentía.— Debiste habérmelo dicho.
— Tenía miedo, ¿Qué pasaría si tus padres se enterasen de que tienes a un hombre como pareja? O peor, que ese hombre se llama Gerard...
— Me importa una mierda lo que digan o hagan mis padres. A mi me importas tú, métetelo en la cabeza.
— Pero no quiero que nadie te haga daño, Frankie...
— No pasará nada, amor. No va a hacer nada, te lo juro.

No sabía cómo cumpliría ese juramento, mas sabía que lo iba a hacer.

De atar; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora