En aquel lúgubre lugar junto a Jamia, Frank comprendió lo que Gerard dijo esa vez; Su amor era infinito, porque ahora lo sentía así.
— ¿En qué piensas, Frank?– Jamia lo sacó de sus pensamientos.
— ¿Tú crees en la eternidad?
— ¿Como Gerard?
— Si...
— Como psicóloga tendría que decir que no, pero como persona "normal"...
— ¿Crees en ello?
— Si, la teoría de los recuerdos y el amor es muy buena, me convenció.– Le sonrió.— ¿Tú sigues sin creer?
— Es algo confuso, porque si el amor permanece, también tendría que ser el odio...
— El odio es una enfermedad.– Lo interrumpió.— No te lo digo como tu psicóloga, sino como tu... amiga.
— ¿Tú quieres ser mi amiga?– Preguntó asombrado.
— Si, si tu quieres.
— Nunca antes había tenido un amigo.
— Entonces yo seré la primera.Los dos se sonrieron, entablando una amistad que ninguno había tenido antes.
Jamia sabía que eso estaba prohibido, ya que paciente y psicólogo tenían que tener solo esa relación: paciente y psicólogo. Pero, ¿Qué más le daba? Nadie la vería.— Y...– Habló Frank.— Ya que somos amigos podrías contarme algo de ti, lo único que sé es que te llamas Jamia.
Ambos rieron, sabiendo que era verdad.
— Jamia Nestor.– Comenzó a contar.— Soy psicóloga...
— Eso ya lo sé.– Rió.— Cuéntame algo que no sepa.
— ¿Como qué?
— ¿Tienes más amigos?
— Si.– Mintió.
— Ya veo... ¿Novio?Jamia se sonrojó, y trató de ocultarlo mirando hacia otro lado.
— No...– Lo miró a los ojos.— Pero hay un chico que siempre intenta llamar mi atención.
A Jamia se le estaba haciendo bastante fácil mentir, y eso la sorprendió.
— Cómo no, si eres muy bonita.
Era verdad, Jamia era muy bella, su cabello negro era lo que más le gustaba.
El rostro y cuello de la psicóloga era lo más parecido a un tomate, mas Frank no reparó en ello.— Eres un adulador, Frank.
— No te estoy adulando, Jamia.
— No voy a reducir tu medicación porque me digas estas cosas.– Bromeó.— Hablando de ello... ya es hora.