Capítulo veintinueve

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Despertaron en la posición más extrañamente posible; Frank tenía las piernas en el regazo de Gerard, y este estaba encorvado en una no muy cómoda manera.
Gerard fue el primero en despertar, y, rezando a todos los dioses para que Frank no se despertase, se levantó rumbo al escritorio.
Con una caligrafía que él describía como "normal", escribió en una hoja suelta que había encontrado por entre las montañas de cosas que tenía su novio.

"Amor, luego te llamo, tuve que ir a ver qué pasa con mamá y papá.
Te amo."

Se calzó sus zapatos y bajó por el balcón.

Frank, al despertar, se llevó una no muy grata sorpresa de que su madre estaba husmeando sus cosas.

— ¿Qué haces, mamá?
— ¿Qué es esto?– Linda mostró un trozo de hoja garabateada.

Todavía sin acostumbrarse a la luz del día, el chico se levantó e intentó quitarle la hoja a su madre, pero ésta lo esquivó.

— ¿Qué es esto?
— No sé.– Esta vez sí pudo quitársela.

Frank leyó la nota, y le dio gracias al cielo de que Gerard no hubiese puesto su firma.

— ¡¿Estás trayendo hombres a casa?!
— No..., es...
— ¡Responde!
— Es... de... mi novia.– Logró articular.
— ¿Tienes novia?– Su madre, en vez de asustada, pareció asombrada.
— Si...
— ¿En serio?
— Si..., se llama... Rose.
— ¡Esto lo tiene que saber tu padre!

Y se fue, no sin antes haberle dedicado una sonrisa a Frank.
Una sonrisa que fue la primera en todos estos años.
A pesar de que el motivo de aquella sonrisa no fue verdadero, se sentía bien ser aceptado por tu madre.

De atar; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora