-¿Qué... Qué haces?- dije cuando su mano se deslizó por mi cintura haciéndome estremecer.
Me apretó contra su cuerpo y sentí unas inmensas ganas de besarle, pero debía pensar con la cabeza fría... No hacía ni tres días que le conocía y ya tenía esos impulsos... Eso no estaba bien.
La luz de las llamas de la chimenea era lo único que alumbraba el salón y las tenues sombras bailoteaban a nuestro alrededor.
Escuché el crepitar de la leña en el fuego y un escalofrío me recorrió entera.
Jordan cada vez estaba más cerca de mi rostro y podía sentir su aliento en mis labios, invitándome a besarle.
Le miré a esos ojos azules que tanto me gustaban y vi que se oscurecieron varios tonos.
Nuestros labios estaban tan cerca que se rozaban.
Sentí un cosquilleo y ya no pude aguantar más, dejándome llevar y acortando los pocos milímetros que quedaban.
Jordan sonrió contra mi boca acariciando mis labios con dulzura y pasión.
Pasé mis manos por detrás de su cuello, acercándole más a mi, si eso era posible.
Todo se intensificó y noté las manos de Jordan en la cremallera de mi vestido, la cual poco a poco fue bajando hasta llegar al final.
Sus manos ascendieron hasta mis hombros bajando la chaqueta y las mangas del vestido, llegando a la cintura y bajándolo un poco más, haciendo que cayera a nuestros pies, dejándome así en ropa interior.
Pasó sus brazos por mi cintura y me elevó sacándome completamente del vestido y los tacones.
Nos seguimos besando mientras retrocediamos, hasta que dimos con el sofá y caí en él con Jordan encima de mí.
Poco a poco fui desabotonando la camisa blanca que llevaba y se la pasé por los hombros dejándo ver todo su torso tatuado.
Lo acaricié cuidadosamente y me fasciné por todas aquellas curvas y colores trazados en la piel.
Jordan aprisionó mis labios de nuevo, pero esta vez de una manera más salvaje y desesperada que me hizo buscar más.
Se separó de mí y juntó mis muñecas por encima de mí cabeza a la vez que dejaba un camino de besos por mi cuello, clavícula, pechos...
Descendió por el vientre de la misma manera, haciendo que pequeñas corrientes placenteras llegaran a mi.
Llegó al borde de mi ropa interior y la acarició con el pulgar, para después mirarme, pidiendo permiso para aquello.
Dudé unos instantes y él se dió cuenta de eso.
Ascendió hasta tener su rostro enfrente del mio de nuevo, acariciándome la cara con su mano.
-No haré nada que no quieras...- susurró de una marea ronca.
-Esta bien... Estoy bien- asentí dándole paso a seguir con aquello.
Me miró dudoso y finalmente asintió volviendo a donde se había quedado.
Con ambas manos empezó a descender mi ropa interior.
Intenté concentrarme en no recordar mi pasado... Pero todo aquello me superaba, no podía dejar de pensar en todas las veces que mi padre abusó de mi...
Jordan se detuvo y me miró sabiendo que algo estaba mal.
-Mack...- dijo preocupado.
Respiré hondo intentando aparentar normalidad pero no pude.
Me retiré rápidamente de debajo de su cuerpo y me arrinconé en la esquina del sofá, hundiendo la cara en mis rodillas y llorando al recordar la primera vez que mi padre me manoseo, sintiéndome sucia...
Me froté los brazos con fuerza intentando quitar ese sentimiento amargo.
Noté la mano de Jordan sobre mi espalda y levanté la cabeza mirándole a la cara.
En su rostro se entremezclaban la preocupación y la culpabilidad.
-Yo... No debí hacerlo... Perdóname- suplicó él.
Negué con la cabeza sabiendo que no era su culpa y me tiré encima suyo abrazándole y hundiendo mi cara en el hueco de su cuello, sintiéndome menos angustiada al tenerle cerca.
Me apretó contra él de una manera protectora, acariciándome la cabeza y susurrando palabras tranquilizadoras.
-Jordan...- dije entre sollozos intentando calmarme- Prométeme... Prométeme que no dejarás que me pase nada...
-¿Estás loca?- preguntó agarrándome por los hombros y separándome de él- Antes muerto a dejar que nadie te toque un solo pelo... Ahora estás conmigo, Mack... Te protegeré con mi vida- susurró juntando su frente con la mía.

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Jordan
Werewolf-Querida... No saldrás de aquí en tu vida... Aquellas palabras me helaron haciendo que se me quedara cara de tonta. ¿C-como dices?- tartamudeé yo. -Lo que oyes pequeña... Me perteneces, siempre lo has hecho Mack. -¡Estas loco- le chillé sin poder co...