CAPITULO 30

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Claudine se demoró poco en llegar, pero para mí fueron los minutos más largos de mi vida.

Enseguida una mueca de disgusto cruzó su cara al verme así.

Se acercó a mí apresuradamente y me sonrió tranquilizadoramente.

Jordan se apartó para dejarle espacio y se agachó quedando cara a cara conmigo, cogiéndome una mano y sonriendo levemente.

-¿Puedo?- preguntó Claudine sujetando los bordes de mi camisón.

Asentí no muy segura y lo alzó hasta que éste quedó subido hasta más de media cintura.

Claudine paseó sus manos por mi vientre, haciendo presión en algunos puntos mientras me preguntaba que era exactamente lo que había sentido.

Hizo presión en mi bajo vientre y volví a sentir una punzada a la vez que no pude contener un gemido y los ojos se me llenaron de lágrimas cuando se cruzaron con la mirada de Jordan.

Periódicamente las punzadas se iban repitiendo y Claudine miró a Jordan asustada, asintiendo con brevedad.

Jordan se quedó de piedra al verla hacer ese gesto y me miró con dolor en los ojos.

-Es...- empezó Jordan sin saber escoger las palabras adecuadas.

-Ya viene- concluyó Claudine sin más rodeos.

-¿Cómo? No... Solo han pasado siete meses...

-Es un niño híbrido... En teoría debería haber nacido mucho antes- agachó la cabeza Claudine.

Otra punzada me recorrió entera haciendo que apretara la mano de Jordan con todas mis fuerzas.

-Buscará la manera de salir... Las punzadas que sientes... Te está desgarrando por dentro- explicó Claudine mirando mi vientre.

Toda aquella información estaba siendo procesada en mi cabeza y asentí sin aún analizar todo lo que me había dicho.

-Voy... Voy a avisar a Valerie- susurró Jordan levantándose de ahí y soltando mi mano.

Le agarré la mano nuevamente haciendo que me mirara.

-No necesito a Valerie... Te necesito a ti- supliqué apretando su mano.

Asintió no muy convencido y miró a Claudine preocupado.

-Ayudame a prepararlo todo- dijo ella apartándose de mí.

Estaba asustada... Sabía que no aguantaría todo lo que se me iba a venir encima y miraba a Jordan y a Claudine ir de aquí para allí, trayendo sábanas, preparando el material que Claudine ya había traído en su maletín...

En pocos minutos la zona estuvo preparada para que Cameron viniese al mundo.

Seguía sin estar preparada, un sudor frío me empapaba, las manos se me habían quedado heladas y notaba mis pulsaciones más bajas de lo normal.

Vi a Jordan acercarse a mí y después me levantó el camisón con delicadeza y sus dedos rozaron la goma de mi ropa interior, la cual fue bajando poco a poco.

No me creía que ya fuese el momento de tener a Cameron... No estaba preparada para nada, sabía que sería, seguramente, la madre más nefasta que hubiese existido.

Jordan me incorporó levemente, dejándole un hueco en el sofá para después hacer que me recostara contra su pecho.

Me dejó un beso en la cabeza y alcé la mirada, muerta de miedo, con las manos temblando y la tensión por los suelos.

-Es la hora...- apareció Claudine colocándose unos guantes de látex.

Poco a poco las contracciones se fueron haciendo más presentes, llevando un intervalo más corto.

No había dilatado lo suficiente como para que Cameron pudiese salir.

Esperamos, entre ejercicios de respiración, fuertes punzadas, calambres en todos mis músculos...

-Le veo...- dijo Claudine con una media sonrisa- Veo su cabecita.

Las contracciones se repetían cada dos minutos y el dolor era insoportable, mis gritos ahogados no hacían más que hacer que me compareciera de mi misma.

Algunas lágrimas se derramaron rebeldes de mis ojos y apretando las manos de Jordan con fuerza, empujando con todas mis fuerzas cada cuando Claudine me decía que lo hiciera, sintiendo como me desgarraba poco a poco, en aquel salón... Iluminado tenuemente... Un llanto de una nueva alma en el mundo hizo eco en toda la casa...

Empecé a llorar, no sabía si era de alivio, felicidad, de las dos cosas...

Claudine lo envolvió en una toalla y lo limpió un poco antes de dejarlo entre mis brazos cansados.

Era un pequeño bebé de rosados brazos rechonchos, pequeña nariz y una boquita minúscula de pececito que aún berrincheaba neguitosa.

Mi dedo índice acarició su nariz con suavidad y poco a poco se fue calmando en nuestros brazos.

Miré a Jordan quien estaba embobado con Cameron, su dedo acarició la pequeña manita de nuestro hijo y éste enseguida atrapó su dedo con fuerza, cosa que nos hizo reír.

Tenía poco cabello, pero ese poco era de un rubio platino que superaba el brillo de las estrellas.

Una Claudine sonriente se acercó a nosotros a ver a la pequeña criatura que estábamos sujetando.

-Se parece a Isabelle...- susurró ella.

Levanté mi mirada con los ojos abiertos como platos y Jordan le lanzó una mirada asesina a Claudine que hizo que cerrara la boca.

Isabelle... No había escuchado ese nombre en años... Isabelle Brown... Mi madre.



JordanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora