Pronto empezó a oscurecer y el salón quedó iluminado únicamente por las llamas de la chimenea.
Yo seguía sobre las piernas de Jordan y apoyé mi cabeza en su pecho a la vez que él me pasaba los brazos por la espalda.
Mis ojos se fueron cerrando y Jordan se dió cuenta de ello.
-Mackenzie... Será mejor que nos vayamos a preparar antes de que te quedes dormida...
-¿Preparar?- pregunté extrañada.
-Sigue en pie la cena de esta noche ¿No?- preguntó él mirándome a los ojos una vez me aparté.
Asentí sonriente y en poco tiempo ya me encontraba en la habitación poniéndome el vestido, tuve unos pequeños problemas para poder cerrar la cremallera trasera pero finalmente lo pude hacer.
Después fui al baño y vi que habían dos cestos que antes no estaba ahí.
Me asomé para ver qué había y me encontré con la sorpresa de ver uno lleno de cosméticos y maquillajes y el otro tenía productos para el cabello, gomas de pelo, tocados...
Supuse que Valerie se encargó de prepararlo, se lo agradecería en cuanto la viera.
Me puse máscara de pestañas y un pintalabios rojo intenso, después me hice un recogido de media melena y la otra media la dejé caer en ondas sobre mi espalda.
Fui a buscar los tacones y me los puse andando un poco antes para acostumbrarme al zapato.
Entonces me dirigí hacia la puerta y antes de abrirla Jordan ya lo había hecho des del otro lado.
Llevaba un traje que le quedaba como anillo al dedo y me miró fijamente hasta que salí del dormitorio.
-¿Qué?- pregunté mirándole.
-Nada... Es solo que... Estás preciosa- dejó de mirar el vestido y dirigió su mirada a mis ojos.
Aparté mis ojos de los suyos sintiendo como se acumulaba toda la sangre en mis mejillas.
Se puso a mi lado y me ofreció su brazo, el cual agarre con gusto.
Aún llevando tacones él me seguía sacando bastantes decenas de centímetros... O era muy baja o él era muy alto.
Bajamos las escaleras en total silencio y llegamos al garaje de la misma manera.
Subimos en el coche que la misma mañana habíamos sacado, el deportivo rojo, pero esta vez, yo iba de copiloto.
-¿Y bien? ¿A dónde me llevas?- pregunté curiosa.
-Sorpresa- canturreó Jordan.
Bufé haciéndome la enfadada pero enseguida reí por aquello.
-Mientras no sea un lugar de comida rápida- seguí riendo.
Al rato ya volvíamos a estar en las serpenteantes carreteras de Canadá.
La luna iluminaba la copa de los árboles de al lado de la carretera y hacia de ese sitio un lugar místico.
El frío se hizo presente en poco tiempo.
-¿No tienes frío?- pregunté refrotandome las manos.
-Estoy a una temperatura corporal de más de cuarenta grados... Ventajas de licántropos- dijo mientras encendía la calefacción del vehículo.
-¿Estufa humana?- reí yo.
-Exactamente, conmigo las noches de invierno no pasarás frío- sonrió de medio lado.
-Y las de verano te dejaré en la calle- reí yo.
Pasamos de largo mi antiguo pueblo e intenté no fijarme mucho en él.
-¿Vamos muy lejos?
-No, estamos por llegar.
Pasaron casi tres cuartos de hora... Lo que quiere decir que Jordan me engañó de mala manera.
Estacionó su coche delante de un restaurante que con tan solo verle las enormes puertas de cristal, se podía suponer que era un sitio de gente adinerada.
-Uoou...- dije una vez estuvimos dentro.
Todo estaba iluminado con una tenue luz de velas y estaba vacío, lo cual me extrañó mucho.
Llegó un hombre que en cuanto nos vio sonrió abiertamente para después acompañarnos a la mesa central del salón.
Jordan me retiró la silla para que me sentara y le miré con las cejas levantadas y una media sonrisa en los labios.
-Muy caballeroso usted, señor...- y caí en la cuenta de que nunca me había dicho como se apellidaba.
-Kay- sonrió él a la vez que se sentaba y abría el menú que tenía en frente suyo.
-Jordan Kay...- susurré para mi misma, aún que él me escuchó- No es la primera vez que escucho ese nombre...- dije frunciendo el ceño algo frustrada por no acordarme de donde lo había escuchado antes.
Él sonrió con suficiencia y supe en ese mismo momento que me ocultaba algo.

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Jordan
Werewolf-Querida... No saldrás de aquí en tu vida... Aquellas palabras me helaron haciendo que se me quedara cara de tonta. ¿C-como dices?- tartamudeé yo. -Lo que oyes pequeña... Me perteneces, siempre lo has hecho Mack. -¡Estas loco- le chillé sin poder co...