CAPITULO 22

33K 2.4K 302
                                    

¿Vuestro? No entendía a quien más se refería, dejé correr el asunto y vi como iba hacia la moto y quitaba las llaves del contacto para después apartarla a un lado de la carretera... Supuse que la vendría a recoger más tarde.

Se subió al asiento del piloto y me miró de reojo para después poner el coche en marcha y llegar hasta la mansión.

No tardamos mucho en volver a casa, Jordan metió el coche en el garaje y se bajó de el, rodeándolo hasta llegar a la puerta del copiloto.

Me crucé de brazos indignada por la situación y vi como una pequeña sonrisa se escapó de sus labios, pero eneguida se volvió a poner serio.

No entendía su maldita bipolaridad, podría jurar que Jordan era la persona más complicada con la que me había topado.

-Sal- ordenó serio.

-Pimienta- dije riendo por mi chiste.

Me levanté y salí pasando por su lado de largo sin prestarle siquiera dos segundos de atención.

Salí del garaje y caminé hasta la puerta principal, la abrí y me adentré en la mansión sin nisiquiera esperarle.

Me topé con una sonriente Valerie e hice una mueca por lo que había pasado la misma mañana.

-No estes enfadada conmigo... Te he hecho brownies- sonrió disculpándose por no contarme que era lo que pasaba.

Sabía que no podía estar enfadada eternamente... Menos con ella.

-Esta bien... Pero sigo estando enfadada- dije siguiéndola hasta la cocina.

Valerie me sirvió los brownies en un plato y me puso una taza de leche calentita.

Nos sentamos y empecé a comer con ganas ya que esa mañana no había desayunado.

-De ahora en adelante estaría bien que empezaras a comer mejor- dijo ella.

-¿Y eso porqué?- pregunté con la boca llena para después darle un sorbo a la taza.

-Has estado comiendo muy mal últimamente... Solo eso- dijo nerviosa.

Supe que aquello iba con segundo significado, pero no entendía porqué.

Escuchamos la puerta de la entrada y vi a Jordan asomarse a la cocina.

-Hacia tiempo que no hacías brownies...- dijo él acercándose a la bandeja de encima de la isla.

-Ni se te ocurra tocarlos... Son míos- dije sin mirarle.

-Ponme a prueba- dijo él cogiendo uno de la bandeja y metiéndoselo en la boca.

Fruncí el ceño y seguí con lo mío ignorándole por completo.

Una vez terminé dejé la taza y el plato en el lavavajillas y salí de la cocina dejando a Jordan y a Valerie en la cocina.

Los escuché susurrar e hice como si subiera las escaleras, pero en realidad me quedé justo en el pie de la escalera para escuchar lo que decían... Sabía que estaba mal... Pero necesitaba saber que era lo que pasaba.

-Debes decírselo, Jordan- susurró Valerie recriminandole tanto secretismo hacia mí.

-No puedo... No soy capaz.

-Su vida está en juego, sabes cómo son las cosas entre los lobos y los humanos... Hay muchos riesgos- dijo ella- Ahora es cuando más te necesitan y no estás para ellos... Me encontré esta mañana a Mackenzie durmiendo en el sillón... Ahora debes cuidarla más que nunca... Y lo único que haces es apartarla de ti.

-Tengo miedo... No quiero que le ocurra nada... A ninguno de los dos- susurró Jordan con una angustia notable en la voz.

-¿Qué fue lo que dijo Claudine?

-Que había mucho riesgo... Podría incluso perder a Mackenzie... Me explicó que la mayoría de veces no hay compatibilidad entre el feto y la madre, al ser humana y no tener genes de lobo podrían haber complicaciones- dijo Jordan.

¿Feto? Aún que no lo quisiese admitir mi subconsciente sabía a lo que se refería.

-Cuidala, Jordan...- susurró Valerie.

Supe que la conversación estaba acabando y empecé a subir las escaleras con sigilo.

Llegué a la segunda planta y me metí en la habitación cerrando la puerta detrás de mí y apoyándome en ella.

Me deslicé hasta llegar a sentarme en el suelo e inconscientemente mis manos viajaron a mi vientre.

Escuché como alguien subía las escaleras y me levanté del suelo acercándome a la chimenea para disimular un poco.

La puerta se abrió y volteé a ver a Jordan que me sonrió levemente antes de encaminarse hasta mi.

Quedó a pocos centímetros y buscó mis ojos con los suyos.

-He sido un gilipollas contigo...

-¿Me debo tomar eso como disculpa?- pregunté cruzándome de brazos.

-Debes tomártelo como un "eres lo más importante que tengo en la vida"- dijo el con sinceridad.

-Tus cambios de humor son como bandazos... Nunca se como te vas a despertar- susurré.

-No más bipolaridades... Lo prometo- dijo agarrando una de mis manos entre las suyas.

Asentí no muy convencida y sonrió sabiendo que, como siempre, se había salido con la suya.

Así era Jordan, impredecible, bipolar y un auténtico capullo... Pero detrás de todo eso, sólo había un niño asustado que no quería perder lo único que le había hecho feliz después de tantos años.


JordanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora