CAPITULO 28

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El camino de vuelta fue muy silencioso por mi parte, solía contestarle a Jordan con monosílabos y me limitaba a asentir con la cabeza.

No me sonaba nada de lo que teníamos delante... Aquello no era Canadá.

-¿Dónde estamos?- pregunté sin más rodeos.

-Estamos en Georgia- sonrió él.

-¿Qué?- pregunté sin saber que más decir.

-En Canadá ya no podíamos vivir... Sabían donde nos encontrabamos así que toda la manada está aquí ahora... Están ansiosos por verte.

-No puede ser... Al menos espero que la casa sea bonita- dije más para mí misma que para él.

-No tenemos casa... Vivimos debajo de un puente- fingió lamento.

-Ja Ja...- le saqué la lengua.

-No falta nada para llegar.

Asentí y miré por la ventana el resto del Camino.

BIENVENIDOS A RIVERDALE

Decía un letrero a la entrada de aquel pueblo.

-Cerca de Atlanta... Buen punto- dije yo.

-¿Has estado antes?- preguntó él.

-Sabes que sí...

-A los ocho años, dos semanas y con tu madre... Sé que tus tías viven aquí- dijo él.

Asentí y ya no me extrañó que supiera todo lo que había hecho en mi vida.

-¿Cuantos años tenía yo cuando ya sabías quién era?- pregunté curiosa.

-No lo quieras saber- rio él amargamente.

-Vamos, dímelo...

-Cuando tenías apenas un día de vida...

No pensé nada, mi mente estaba en blanco y no entendía aquello... Sabía que Jordan me ocultaba algo... Pero no sabía que era.

-Ahh...- musité sin querer darle más importancia al tema.

Pasamos por el interior del pueblo y nos metimos por una carretera que quedaba a las afueras de éste.

La espesura del bosque nos fue engullendo y las vistas al pueblo fueron desapareciendo.

Pronto llegamos a una enorme casa de tres plantas, era algo más pequeña que la de Canadá, pero me gustaba muchísimo más.

Al lado de ésta teníamos un pequeño lago y era muy acogedora.

Jordan se bajó del coche y lo rodeó para después abrir la puerta del copiloto y ayudarme a salir.

-¿Y bien?- preguntó refiriéndose a la casa.

Me rodeó la cintura con sus brazos y apoyó la barbilla en mi hombro.

-Es...- empecé pero me di cuenta de que no tenía palabras para describirla- Me encanta...- susurré dejando un beso sobre su mejilla.

-Es algo más pequeña... Pero...- empezó a decir.

-Pero nada... Es perfecta- le corté separándome de él y mirándole a los ojos.

Él sonrió y me volvió a atraer hacia su cuerpo, dejando un beso sobre mi mejilla, otro sobre la comisura de mis labios y otro sobre...

-¡Mackenzie! ¡Querida!- escuchamos la voz de Valerie a nuestras espaldas.

Nos volteamos y la vi casi corriendo hacia nosotros con una sonrisa alegre en el rostro.

Cuando llegó me dió un enorme abrazo maternal que hizo que me sintiera otra vez una niña.

Después del reencuentro nos adentramos en la casa y Val no dejó que Jordan me enseñara la casa antes de cenar.

Nada más entrar en la casa ya se encontraban unas enormes escaleras que llevaban a la segunda planta, pasando de largo de las escaleras, al final del gran recibidor, se encontraba una amplia puerta que daba a la cocina.

La cocina era muy parecida a la que teníamos en la mansión, una isla en medio, muy espaciosa, muebles de color blanco... Digna de una casa real.

La cena pasó alegre, Valerie me puso al día de todo y más o menos podía asimilar la información que me daba.

Porfin la comida finalizó y Jordan pudo enseñarme nuestra casa.

Nuestra... Tener algo en común con él e incluirnos en el mismo saco me llenaba el alma nada más de pensarlo.

-Y por último, nuestra habitación...- susurró abriendo la puerta del dormitorio.

Era muchísimo más amplio que el anterior, con una chimenea más moderna y no me podía creer que aquella cama fuese real... Por lo menos media tres metros de ancho y tres de largo.

Las sábanas negras de la cama me hicieron deducir que Jordan las había escogido.

El negro y el blanco predominaban en el lugar.

La cama situada al lado de un gran ventanal por el que entraba la luz de la luna, alumbrando de lleno la habitación entera.

Al final de la habitación un baño que sabía que me encantaría nada más ver el dormitorio.

-¿Y bien?- dijo nervioso buscando mi mirada con la suya.

-Es horrible...- le miré- Horriblemente preciosa...- dije sonriendo y besándole en medio del pasillo.

Sonrió en mis labios y sus manos me apretaron contra su cuerpo, levantándome del suelo levemente y metiéndome en la habitación para después cerrar la puerta detrás de nosotros.

Pasó sus manos por mis piernas haciendo que le rodeara la cintura y caminó conmigo hasta la cama, dejándome en esta con muchísima suavidad.

Se puso encima de mí sin dejar caer todo su peso y siguió besándome de aquella manera que solo él sabía.

Le volví a rodear la cintura con las piernas, y en un rápido movimiento lo tuve debajo de mí, quedando a horcajadas encima de él.

-Mmmm... Buena tàctica- sonrió de medio lado mientras sus besos descendían por mi cuello.

Pronto no pude aguantar más todo aquello y mis manos viajaron hasta el borde del jersey de Jordan.

Agarró mis muñecas y se separó de mí para después mirarme interrogante.

-No creo que sea buena idea...- dijo con voz ronca.

Agaché la cabeza y solté el borde de su jersey, pero Jordan me seguía sujetando las muñecas.

Le miré curiosa y dando una vuelta sobre si mismo, me volvió a dejar debajo de él.

Juntó mis muñecas por encima de mí cabeza y hundió el rostro en mi cuello.

-Creí... Creí  que no era una buena idea- susurré entre jadeos.

-Y no pasará nada- dijo con su típica mirada de niño travieso.

Sonreí satisfecha al descifrar su mirada y supimos que el deseo era mayor que nada... Pero no nos podíamos arriesgar.

Jordan siguió con los besos y fue descendiendo hasta llegar a mi ya abultado vientre, levantando con delicadeza mi camiseta y dejando más besos ahí.

Me miró con una felicidad que no pude descifrar y sonreí dejando una de mis manos encima de la suya.

-Nuestro pequeño, Cameron...- susurró dejando otro beso.

-Pensé que querías que se llamara Daniel- dije yo acordándome.

-Después de estos dos últimos meses en los que has estado en coma... No te pienso volver a negar nada nunca en la vida...

-¿Jordan?

-Dime...

-Te amo- susurré haciendo que se volviera a acercar a mi rostro y fundiendo mis labios con los suyos.











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