Jordan se encontraba encima de Dante, propinándole violentos puñetazos que pronto hizo que sangrara.
Algunos de sus hombres intentaban sujetarle y apartarle de mi primo, pero todos sus intentos eran en vano.
Me acerqué a él corriendo y sujeté su brazo derecho justo cuando iba a volver a asestar contra la mandíbula de Dante.
Jordan al notar mi presencia y mi toque enseguida paró y me miró con los ojos inyectados en sangre, llenos de rabia y de odio.
-Eh...- susurré acariciándole el rostro levemente- Ve a limpiarte eso- susurré agarrando su puño y rozando sus nudillos llenos de sangre.
Asintió levemente obedeciendo y tras dirigir una última mirada al cuerpo de Dante, el cual aún se encontraba en el suelo, se fue de allí.
Me agaché al lado de mi primo y él enseguida se incorporó, quedando cara a cara conmigo.
Tenía una ceja partida, una herida en la nariz y de ambos labios brotaba la sangre. En su pómulo izquierdo empezaban a aparecer algunos cardenales, pero en pocos segundos su rostro se fue curando por si solo.
-¿Qué ha pasado?- pregunté mirándole fijamente.
Él me miró y después a dos de los chicos de la manada, Frank y Gustave, que me vigilaban en silencio.
Me di la vuelta y los miré fijamente, retandolos con la mirada, ordenándoles que se fueran.
-Lo siento... Son órdenes del Alfa- dijo Gustave, respondiendo a mi inquiridora mirada.
Me levanté molesta ante aquello y me acerqué a ellos amenazadora.
-¿Desde cuándo necesito vigilancia?
Ambos agacharon la cabeza no queriendo contestar.
-Desde que yo estoy aquí...- susurró Dante- Él no se fía de mí- dijo refiriéndose a Jordan.
Me volteé hacia Dante, que ya se encontraba de pié, y le hice un gesto con la cabeza, indicándole que me siguiera.
Subí las escaleras con mi primo pisándome los tobillos y en pocos segundos llegamos a la segunda planta, entrando en una de las habitaciones desocupadas que habían en la casa y cerrando la puerta detrás de nosotros y echando el pestillo, impidiendo que Gustave y Frank entraran.
-Te lo preguntaré una vez más, Dante... ¿Qué coño ha pasado?
-¿Piensas que he hecho algo?- dijo él molesto- Me atacó sin ninguna razón...- me miró a los ojos esperando que le creyese.
-No te creo... Dante, eres mi primo... Y me creería todo lo que me dijeses, menos esto... ¿Porqué mientes?
-Es la verdad- dijo entre dientes.
-No lo es...
Resopló enfadado y vi ese destello rojo en sus ojos en el momento en el que se daba la vuelta para darme la espalda.
Yo estaba apoyada contra la puerta y oía a los hombres de Jordan hablar fuera de la habitación, se estaban impacientando y sabia que no nos darían mucho tiempo más.
-Contesta, Dante... ¡Contesta, joder!
Él estaba a punto de hablar cuando escuché la voz de Jordan fuera de la habitación.
-¿¡Que está a solas con él!? ¿¡Que coño os dije sobre vigilarla mientras él estuviese cerca!?- Chilló Jordan.
Los chicos callaron y noté en mi espalda la madera de la puerta vibrar debido al puñetazo que Jordan había metido.
Me aparté de golpe asustada y Dante me miró preocupado.
-Estoy bien.
-¡Mackenzie!- chilló Jordan desde fuera- ¡Abre la maldita puerta o te juro que la tiro abajo!
Hice el ademán de acercarme a la puerta y el brazo de Dante agarró mi cintura con firmeza.
-¿Qué haces? Suéltame- exigí.
-Porfavor... Confía en mí y no le abras...
-Suéltame, joder- me removí entre sus brazos intentando soltarme.
Él negó con la cabeza y me alzó en el aire, dirigiéndose conmigo a la ventana de la habitación y abriéndola.
-¿Qué haces? Joder, suéltame- me removí aún más.
Nos sacó a ambos por la ventana, quedándose en el alféizar y preparándose para el salto que iba a realizar.
-¡Jordan!- chillé, empujando a mi primo, consiguiendo que me soltase un poco y pegándole una patada que hizo que me soltara por completo...
Caí desde la ventana al jardín, noté el impacto de mi cuerpo contra el duro suelo... Solté todo el aire que tenía en los pulmones y sentí como una lágrima resbalaba por el rabillo de mi ojo.
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Jordan
Werewolf-Querida... No saldrás de aquí en tu vida... Aquellas palabras me helaron haciendo que se me quedara cara de tonta. ¿C-como dices?- tartamudeé yo. -Lo que oyes pequeña... Me perteneces, siempre lo has hecho Mack. -¡Estas loco- le chillé sin poder co...