Cuando amanece siento como si los dedos asustados de Opie retorciéndome el brazo se aflojaran por fin. Creo que es la manera de materializar el miedo que he sentido, una presión extraña en todo mi cuerpo que no me dejaba respirar con normalidad.
A pesar de que puedo ver la panadería desde la ventana no he querido cruzar la calle y dormir en mi cama por miedo a que alguien me estuviera vigilando. Así que he pasado la noche en la habitación contigua a la de Jac, ocupada por Philip, aunque apenas he logrado dormir. Cada vez que cerraba los ojos imaginaba a esos hombres tirando la puerta abajo o prendiendo fuego a la panadería. Les imaginaba atravesándome con sus cuchillos y dejándome ahí, ahogándome en mi propia sangre.
No sé si Philip habrá dormido. No sé si la herida le habrá dolido lo suficiente durante la noche como para impedirle conciliar el sueño, o si la zona estará tan adormilada que ni siquiera sentiría un pinchazo. Repaso una y otra vez la manera en la que le he limpiado, cosido y vendado, buscando un momento del proceso en la que he podido equivocarme y hacer que su herida se infecte. Pero no. Estoy bastante segura de que lo he hecho bien. No he escuchado un solo ruido al otro lado de la pared. Claro que, es difícil distinguir algo en una casa de putas. No sé dónde habrá dormido Jac. Quizá en el despacho. Quizá en el establo. Durante la noche es cuanta más actividad hay, así que no creo que haya cerrado los ojos más de un par de horas en toda la noche. Si es que lo ha hecho.
Cuando salgo del cuarto me quedo un instante junto a la puerta dónde descansa Philip esperando escuchar algo que me indique que está despierto, pero no oigo nada, así que bajo las escaleras y entro al comedor. Todas las chicas están ahí, reunidas, y se vuelven hacia mí cómo si llevaran horas esperándome.
―¿En qué lío andas metida, Gaby? ―pregunta Etta―. Lottie nos ha contado que anoche llegaste con un caballero herido. ¿Quién es? ¿Es por su culpa por lo que estás tan desaparecida últimamente? ¿Dónde le has conocido? ¿Es tu pretendiente? ¡Ah! ¡No me digas que es tu amante!
Pensaba sentarme y mirar la calle a través de la ventana, pero ahora que sé que van a interrogarme, quizá lo mejor sea salir de la casa de Dempsey Lena lo antes posible.
―Lottie dice que es muy guapo.
La miro. Está sentada a la cabeza de la mesa y se mira a través de un espejo pequeño y roto para colocarse horquillas en el pelo.
―Lottie dice muchas cosas.
Me mira de soslayo.
―¿Eso significa que no es guapo?
―¿Dónde está Jac?
Se encoje de hombros.
―¿Vas a contarnos lo que ocurre o no?
―¡No! ―exclamo mientras subo las escaleras.
Todas las puertas de los dormitorios están abiertas y todas las camas hechas. Las ventanas abiertas y la luz del día reflejándose en el suelo e iluminando el pasillo. Cuando llego al dormitorio de Philip, llamo dos veces.
―Adelante―dice.
Se está vistiendo. Con cuidado de no hacer movimientos demasiado bruscos se coloca la chaqueta. Tiene la manga manchada en sangre seca.
―Debo avisar a mi padre―dice mientras se coloca el cinturón―, estará preocupado. Después iremos a palacio y actuaré como testigo de tu historia ante el rey.
No digo nada. Tampoco creo que esta vez sea tan fácil de convencer como lo fue con el tema del joven Biss. Probablemente hablaría con el rey a mis espaldas. Doy un par de pasos hacia delante y le cubro con mi capa.
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Sangre azul
Historical FictionParís, 1638, XVII. Gaby nunca ha dado un paso más allá de la verja que separa la plaza con palacio. Para ella el mundo que se erige a ese lado es desconocido y extraño. Gaby pertenece al bajo París, al de la podredumbre, las rameras y los borrachos...