Los Sueños De La Lady

229 56 7
                                    

Lady Myrcella

Alguna vez me habían dicho que tenía los ojos de Catelina y los labios de Silóe, no recuerdo quien lo dijo, pero alguna vez lo hicieron.
Estoy segura que la persona que lo dijo, se mordería la lengua ahora.

Me había acostumbrado a mi rostro, a mi falta de dientes, a la falta de atención de mi madre, y al amor desconmensurado de Eustace.
Pero a lo que aún no me acostumbraba, era a perder las esperanzas de conquistar al señor Frank, desde el primer momento en que lo vi quedé locamente enamorada de él.
Un soldado herido que aparece en medio de la nada una tarde de verano, tenia que ser el comienzo de una apasionado historia de amor. Sabia que Catelina jamás se fijaría en un hombre como él, de ser así yo no habría tenido oportunidad, pero mi hermana buscaba un elegante Lord, no a un sucio jardinero. Así que pensé que esa historia de amor debía ser la mía, el señor Frank había aparecido para mí, sin importar cuanto tiempo pasara, el destino sabría que él y yo debemos estar juntos.

Él nunca me había mirado con desprecio, o lástima, jamas detuvo la vista en mis dientes putrefactos ni en los fantasmas que caminaban a mi lado, él decidió quedarse aún cuando tenia libertad total de marcharse lejos, él sería mi sueño, hecho realidad.

— ¡Lady Brett! — dijo Eustace sacandome de mi palacio mental.

Lo siento Eustace, me distraje nuevamente y te dejé hablando solo... ¿Qué me decías?.

— Le decía que durante el baile, sus acompañantes no podrán estar con usted.

— ¿Por qué?... Ellas siempre están conmigo.

— Las personas que vendrán no entenderían mi lady, lo sabe, debe hablar con ellas y explicarles la situación, no pueden aparecer por aquí durante toda la velada.

— Tendré que recompensarlas de alguna manera después.

— Después pueden hacer lo que deseen mi lady, es solo por ese día.

— ¿Usted tampoco estará durante la fiesta?.

— Por suerte soy un anciano — dijo sonriendo con complacencia — Los señores no se quedaran viendo mi rostro por mucho tiempo, a penas y notaran mi parecido con Lord Brett.

— ¡Me va a dar mucho gusto tenerlo ahí Sir Eustace!.

— Estoy seguro mi lady... Y también estará muy a gusto con la presencia del señor Law.

Me había pillado, él era la única persona en esta casa (a pesar de no serlo del todo), que había descubierto hace muchos años mis sentimientos por el señor Frank.

— ¿Cree que él quiera bailar conmigo? — pregunté nerviosa.

¡Estoy seguro mi lady!... El señor Law se interesará por usted muy pronto.

— De verdad espero que sea así.

— Lo sé mi lady. Bueno, ya debo dejarla, sus compañeras están haciendo un desastre en el salón.

Ambos sonreimos y luego él se va.

Salí al jardín con la esperanza de encontrar o por lo menos ver al señor Law por ahí, Sahara y Eva, dos de mis "compañeras" como Sir Eustace las llamaba, vinieron conmigo.

Una joven hermosa estaba bajando sus cosas desde un viejo carruaje hacia la casa de servicio de mujeres, su cabello oscuro resplandecía con los últimos rayos de sol.

— ¡Mi lady! — dijo la señora Crispy acercándose alocadamente a mí.

Su mirada viajaba nerviosa desde la nueva inquilina hacia mis compañeras.

— Señora Crispy... ¿Quién es la joven?.

— Soy Emma Crispy mi lady, mi tía Ulla me trajo aquí luego de la muerte de mi padre, he estado trayendo mis cosas estos días, pero no había tenido oportunidad de conocerlas... Pensé que Lord y Lady Brett solo tenían cuatro hijos — dijo mirando de manera extraña a Sahara y a Eva.

Solo somos cuatro.

— Si... Pero he conocido antes a Lady Catelina y a Lady Silóe... Sé que el otro hermano es hombre, no sabía que ustedes eran trillizas... Perdone que las miré así, jamás había visto a tres personas idénticas caminando juntas.

— ¡Emma callate!... ¡Estás siendo imprudente!... Lo siento mucho mi lady, aún no le he explicado... La situación.

— ¿Qué situación? — preguntó Emma.

— ¡Callate Emma!... Lo hablaremos luego.

— No somos trillizas, ellas dos son fantasmas — intervine.

La joven Emma soltó una risotada descarada, el rostro de la señora Crispy se encendió como un farolillo y le dio un golpe en la espalda.

— ¡Basta ya muchacha imprudente!.

— ¡Pero tía!... Ella ha dicho que...

— ¡Basta te dije!... Lo que Lady Myrcella ha dicho es cierto, yo lo acepté hace muchos años, tú debes hacer lo mismo, los Brett nos brindan un hogar y trabajo estable, debemos ser agradecidos.

Emma se quedó estupefacta con las palabras de su tía, miro nuevamente hacia mi y su rostro cambio de incredulidad a terror.

— ¡No pienso quedarme en esta casa! — gritó horrorizada.

¡Pues tendrás que vivir en la calle entonces!.

Me incomodaba estar en medio de este tipo de situaciones, yo nunca sabia que debía hacer o decir para calmar a las personas.

— ¡De igual manera me voy!... ¡Vivir con esas cosas es algo del diablo!.

La señora Crispy le dio una fuerte bofetada que hizo que la muchacha casi cayera de espaldas.

— Calmese señora Crispy — dije alterada — Mire, Emma, sé que esto debe ser difícil, pero no tome una decisión apresurada... Pasé aquí unos días, le prometo que ninguna de las cuatro se acercará a usted.

— ¿¡Cuatro!?... ¿Cuántas mas de esas cosas hay en este lugar?.

— Solo mis cuatro acompañantes... Y Sir Eustace.

— ¿Sir Eustace es un?... ¡Oh por Dios!... Yo estuve limpiando el salón al lado de ese hombre... Ser... Cosa... ¡No puedo creerlo!.

— Hay cosas extrañas en este mundo Emma, nosotros no decidimos vivir de esta manera, pero no tuvimos opción, usted si tiene opción, le pido que decida con calma, no sé lo que es vivir en la calle, pero debe ser horrible.

La señora Crispy me miró agradecida, y la bravura de Emma bajo notablemente.

— Bien... Pero sólo unos días, si no me gustan las cosas aquí me iré.

— ¡Por supuesto!.

Los Fantasmas De Frogville © | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora