Un Lugar Lejos De Todo

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Frank Gemerk

Ella había elegido, y lo escogió a él. Entendí su decisión, Catelina necesitaba una vida calmada, además parecíamos condenados a no estar juntos.

Ella evitaba mirarme durante la fiesta, cosa tan diferente a aquel único baile en Frogville en donde pudimos bailar con tal facilidad. Pero aquel mismo recuerdo feliz, traía a mi memoria todo lo demás, aquél día cometí un gran error, no solamente arruine mi vida, sino también la de Myrcella, una persona tan inocente que sólo quería ser amada por alguien.

Tomando todos esos puntos en cuenta, yo merecía todo lo que me pasó.

Debía agradecer los gestos nobles que la vida había tenido conmigo, otras personas jamás tienen la oportunidad de despedirse de sus seres amados. Yo tuve una semana en la que pude conocerla nuevamente y en la que pude despedirme de ella por si elegía un camino diferente al "nuestro".

Me iría, pero sabiendo lo mucho que ella me quiso y lo mucho que yo la amé. No todos tienen la oportunidad de tener un amor como esos en sus vidas, de los que te encienden el alma y te derriten la conciencia.

Me iría ahora, pero estaría a su lado hasta mi último respiro. Ahora sabía que ella era real y no sólo la fantasía mal creada de un prisionero torturado.

Rickard Skeltor terminó de bailar con Silóe y se acercó a saludarme, tenía una sonrisa que no podía ocultar por más de dos minutos, su felicidad era contagiante de una forma casi enfermiza.

-Me da gusto que vinieras -dijo con sinceridad.

-Me da gusto que tú y Silóe pudieran casarse.

-Gracias... ¿Tú lograste hablar con Catelina?.

-Sí... Ella ya eligió lo mejor para su vida, y la entiendo.

-Pero tú...

-Todo está bien, Skeltor, así es como debieron suceder las cosas.

-¿Qué vas a hacer ahora?... Es decir, no sé si lo sabes, pero quitaron los cargos que teníamos encima.

-Si lo supe, hice algunos amigos en Ripper y ellos me contaron sobre eso.

-¿Y qué vas a hacer ahora?. Silóe y yo vamos a vivir en Palazzo, tal vez tú podrías -.

Sus intenciones eran buenas, yo no podía aprovecharme de eso.

-Voy a salir del país. Los amigos que mencioné, me contaron de un lugar cercano... Es otra isla o algo así, aún no tiene muchos habitantes, dicen que la tierra es rica por allá. Es un buen lugar para empezar de nuevo.

-¿Estás seguro de querer eso? -insistió.

-Sí... Es una buena oportunidad para mi, una nueva vida en un nuevo país.

-Deseo lo mejor para ti, Frank... En el poco tiempo que te he conocido, me he dado cuenta que eres un gran hombre, mereces rehacer tú vida en ese país.

Una mano desconocida, interrumpió nuestra despedida, al girar a ver de quién se trataba, me encontré cara a cara con Lord Hugh.

-¿Puedo hablar con usted un momento? -preguntó dirigiéndose a mí.

-Yo volveré con Silóe -dijo Rickard.

Hugh estaba nervioso, me miraba con cierta zozobra y parecía sopesar cada una de sus palabras.

-Quiero que sepa que yo no tuve nada que ver con su encierro en Hala.

-Lo sé. El mismo Lord Brett me lo dijo.

-Ya -miraba fatigado para todos lados, pasando una mano por su rostro, inseguro de lo que iba a decir- También quiero que sepa, que si bien en algún momento estuve dispuesto a dejarle el camino libre con Catelina, eso no volverá a pasar.

-De acuerdo... Es lo correcto -quería terminar con esta conversación lo más pronto posible.

-¿Ha hablado con ella? -parecía ser una duda que tenía pendiente.

-No -aseguré- Y no pienso hacerlo, ya no es tiempo para eso.

-Entiendo -suspiró- ¿Qué va a hacer ahora?.

-Me voy del país... Supe que usted tuvo mucho que ver en que me quitaran la sentencias; se lo agradezco.

Era irónico que yo estuviera agradeciéndole algo a Lord Hugh, pero así es como suceden ciertas cosas en la vida.

-Le deseo una buena vida -parecía hablar con honestidad.

-De igual forma.

Dicho esto, me retiré en silencio del gran salón, sólo una última vez volví la vista hacía Catelina.

«Adios, mi amor... Tal vez podamos estar juntos en otra vida».

Ella me devolvió una mirada rápida, había un poco de tristeza en sus ojos, o eso quise pensar.

Abandoné Hearhome, acomodé la vieja silla del caballo prestado y sin más, tomé mi camino de ida sin retorno.

Los Fantasmas De Frogville © | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora