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Lady Catelina

-¿Mi padre sabía que íbamos a llegar hoy? -le pregunté a Han, confundida por la ausencia de todos en el salón de Frogville.

-Le envíe un mensaje a Eustace cuando llegamos a Grethel, supuse que él arreglaría todo para recibirte.

¡Por supuesto que no lo haría!, era Eustace, el maldito fantasma que preferiría volver al infierno antes de decirme: "Bienvenida".

-Bueno... No importa, deben estar todos con Myrcella, creo que es justo -dije escondiendo mi incomodidad.

-¿Quieres ir a verla ahora, o prefieres instalarte antes?.

-Iré a verla ahora.

-Bien, iré contigo.

Mientras caminábamos por los pasadizos de esta vieja casa, mi mente divagaba cansada, pensando en el pequeño Oliver... Y en Thomas Hugh.

Frogville se sentía un lugar ajeno a mi, como si hubiesen pasado veinte años desde que dejó de ser parte de mi vida.

Llegamos a la gran puerta de la habitación que mi hermana compartía con mi amado, por ironías de la vida, fue el mismo Frank quién abrió la puerta.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, una sonrisa estúpida de formo en mi rostro.

No era un buen momento para esto, yo vine a Frogville a despedir a Myrcella, no para alegrarme de volver a ver a Lord Law.

-Lady Hugh, siento mucho no haber organizado una bienvenida digna de usted -dijo Eustace com claro rencor en sus palabras.

-No te preocupes, Eustace, yo solo vine a ver a Myrcella -dije, pero no podía quitar la vista de Frank.

-Lord Law, su ESPOSA, lo necesita... ¿No es así, Lady Myrcella? -reprochó el espectro.

-Si... Frank, por favor ven -la voz de mi hermana era débil, como un pequeño ahogo.

Me acerqué a ella muy despacio, la odiaba, me había quitado todo lo que alguna vez quise, había recibido todo lo que debió ser mío, sólo porque los demás le tenían lástima.

Ahora causaba lo mismo en mi.

Su piel estaba grisácea, el cabello se le había caído casi en su totalidad, sus ojos saltaban de sus mejillas hundidas como dos botones gastados, fríos y sin brillo, de ella emanaba un olor nauseabundo, era como si ya fuera un cadáver, que se aferraba a estar aquí. Sus cuatro fantasmas estaban paradas junto a ella, tomadas de la mano como haciendo una cadena.

Cuando me vio trató de sonreír con dulzura, sus encías podridas le daban un aspecto aterrorizarte.

Le sonreí de vuelta sin mucho entusiasmo.

Frank también se acercó, pero se mantuvo a unos pasos de la cama.

-Lord Law, mi hija quiere que usted este a su lado... ¡Acerquese a su esposa! -dicto mi padre.

Frank se mantuvo firme en su lugar.

Recién entonces pude mirarlo con más detalle, él lucía mucho más pálido y flaco que cuando me fui, incluso algunas leves arrugas, se habían marcado en su ojeroso rostro... ¡Mi pobre Frank!... ¿Qué te habían hecho?.

-¡Catelina! -mi madre se acercó a mi con cariño y me abrazó -Te extrañe tanto, cariño, pasamos algún tiempo con tú esposo mientras estuvo en Grethel.

-Si, me lo comentó, me dijo que ustedes estaban bien.

-¿Bien? -dijo mi padre, furioso -¿Cómo podríamos estar bien, tú hermana esta muriendo?.

Solo en ese instante pude reconocer la forma en la que mi padre me miraba, eran los ojos de Eustace, por alguna razón, él me odiaba tanto como su fantasma lo hacía.

Había pasado algo en este tiempo, o tal vez antes, que lo había llevado a sentir ese desprecio por mí y ese amor casi enfermizo por Myrcella; las cosas estaban destinadas a repetirse, Eustace me odiaba, mi padre también tenía que hacerlo.

-¡Ella acaba de llegar! -inquirió mi madre -¡No puedes hablarle así!.

-¿Por qué, porqué está casada con el gran "Lord Thomas Hugh"?, eso no me importa Catelina, tú no eres el centro del universo, en este momento todos debemos rendirle atenciones a Myrcella, no a ti.

-Pero ella no ha dicho nada... Vino desde Ripper para ver a Myrcella, padre -dijo Silóe con voz triste.

-Creo que será mejor que me retire -masculle bastante incómoda.

-No, Catelina... ¡Quedate, por favor! -dijo la convaleciente.

-Me voy a quedar en Frogville -sonreí -Pero vendré a verte cuando no haya tanta gente a tú alrededor.

Ella asintió y mi madre me acompañó hasta mi habitación, o la que solía ser lo.

-Me da gusto que estés lejos de todo esto -dijo agotada.

-¿De Frogville?.

-No... De toda esta... Muerte, esta situación me ha llevado a tener sentimientos que nunca pensé que podría tener.

-¿Cómo qué?.

-He llegado a sentir lastima por el pobre Frank Law -el estómago se me estremeció cuando la oí decir eso.

-¿Por qué?.

-Mira... No sé que motivos tuvo para casarse con tú hermana, tal vez pensando en el dinero, o qué se yo... Pero ni todo el dinero del mundo vale por lo que está pasando, tú padre y Eustace lo obligan a pasar todo el día con Myrcella, como si fuera uno más de sus fantasmas... ¡El pobre hombre, a veces ni siquiera prueba bocado en días!... Y eso no es lo peor, hay algunas cosas asquerosas que he tenido la desdicha de presenciar.

-¿Cosas asquerosas?.

-A veces... Myrcella le pide que la bese, y él no quería hacerlo... ¿Quién podría culparlo?, el olor a putrefacción que sale de tú hermana es horrendo... Pero hace dos semanas, tú padre y Frank tuvieron una reunión privada.

-Seguramente Eustace también estuvo ahi...

-Sí, él también, hablaron por varias horas y cuando salieron de la oficina, Law se veía terrible. Al día siguiente cuando Myrcella le pidió que la besara, él claramente no quería hacerlo, pero tú padre lo miró de una forma... ¡No sabría explicarlo!, pero el pobre hombre se acercó y la besó. Lady Alessandri tuvo que salir de la habitación por la repulsión que sintió.

¡Mi pobre, Frank!... Seguramente las amenazas de enviarlo a Hala habían vuelto.
Su muertes allá hubiese sido más digna que esto.

-Además de eso, está Silóe.

-¿Qué pasa con ella?.

-Es como un muerto viviente, vaga por los pasillos y a veces la oigo llorar, supongo que todo tiene que ver con la ausencia del bastardo Skeltor... Desde que él se esfumó, ella vive así -suspiró -Me duele admitirlo, pero si hubiese sabido que Silóe quedaría en ese estado, hubiese dejado que se casara con él.

-¿Por qué lo dices de esa manera?...

-¿De qué manera? -río nerviosa.

-Como si tú, tuvieras algo que ver con que Skeltor no volviera.

-¿Qué?... ¡Por supuesto que no, cariño!, yo no tuve nada que ver.

Los Fantasmas De Frogville © | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora