Una Joya Sin Valor

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Lord Han

Los días en Ripper se habían pasado casi sin darme cuenta, disfrutaba tanto estar ahí que el tiempo era ingrato.
Ahora estaba de vuelta en la aburrida Grethel, encerrado en la aburrida Frogville.

Nunca pude acostumbrarme aquí, entendía el motivo para mudarnos, pero  nunca pude querer Frogville más que Hearhome.

Parecía ser el único de la familia que pensaba así, todos los demás vivían felices en este sitio apartado de toda civilización.

— Mi querido Lord Han, me alegra mucho tenerlo de vuelta... Aunque a usted no le alegre estar aquí — dijo Eustace durante el desayuno.

Eres el único que me entiende Eustace, gracias — contesté con sinceridad.

No hay de qué mi lord. ¿Algún sirviente ya ha ido a su habitación para reacomodar sus pertenencias?.

— No... Las valijas siguen tal cuál las dejó Graham. ¿Puedes enviar a alguien para que se encargue?.

— Por supuesto, le diré a la nueva sirvienta que vaya a su habitación después del desayuno.

— ¿Nueva sirvienta?.

— Si, el hermano de la señora Crispy falleció y Lady Brett le permitió traer a su sobrina aquí.

— ¿Y la susodicha sobrina ya sabe... La situación?.

— Asi parece mi lord. Pero ella no ha dicho nada sobre el asunto, y cumple sus labores con eficacia.

Pobre muchacha, estaba obligada a vivir en esta casa de locos llena de espectros del más allá.

Después del desayuno, volví a mi habitación y desempaqué unos libros que había traído desde Ripper, la ficción era lo único que lograba sacarme del aburrimiento mientras estaba en Frogville.

— ¿Nuevos libros? — dice Silóe acariciando con ternura las pastas de cuero.

— Sí... Tal vez alguno de ellos te guste, creo que hay un par de romances.

— Los romances son lo de Catelina, yo quisiera una historia de misterios.

— También hay una de esas — sonreíEs esta la de aquí: "El Asesinato Del Portugués", lo leí de camino aquí y me gustó mucho.

— Entonces me lo llevo de una vez — dijo quitándome el libro de las manos.

Se alejó saltando como una niña por el pasillo, yo la contemplé hasta que desapareció tras una de las puertas. Silóe era mi hermana favorita, no tenia los aires de prepotencia de Catelina, ni era lastimosa como Myrcella, era la única agradable de esta familia.

Después de acomodar los libros en la estantería, volví a mi habitación, había una muchacha ahí, vestida con un traje viejo y sucio, llevaba el cabello oscuro mal atado y unos mechones cubrían todo su rostro.

— ¿Quién es usted? — pregunté sobresaltado.

— Soy... Soy Emma Crispy, sobrina de la señora Crispy, el señor Bronson me pidió que viniera... — empezó a acomodarse el cabello detrás de las orejas, tenía un rostro simple, frente amplia y ojos de color miel, lo que mas me llamaba la atención eran sus labios, tan rojos como los claveles del jardín.

— ¿Por qué entraste a la habitación sin permiso?.

— ¡Porque la puerta estaba abierta!... Mire señorito Brett, tengo muchas cosas que hacer, la puerta estaba abierta, yo decidí avanzar la labor que me había encomendado el señor Bronson, después debo lavar los vestidos de lady Sybil y acomadar la habitación de lady Myrcella.

— ¿Me has llamado señorito?.

— Si — respondió confundida por mi pregunta — ¿No es así como se les llama a los hijos de los lords?.

— No — esta conversación me estaba empezando a causar más gracia que molestia — Se nos dice "Lord", es el mismo título que lleva mi padre.

— ¿Entonces que título hereda cuando su padre muere?.

— Lord... Y mi hijo también será lord, y el suyo también.

— ¿Y cómo diferencian cuál de los "lords" es el de mayor importancia?.

— Bueno... Supongo que porque es el patriarca de la familia.

— ¡Todo eso me parece muy estúpido señorito!... Digo Lord.

Vaya que era imprudente la joven Emma.

— Si te parece estúpido no deberías trabajar en la casa de ningún noble.

— No lo haría si pudiera — respondió ¿desafiante? — Pero no tengo a donde más ir, no crea que es algo agradable para mi convivir con los espec-

— Dilo... Con los espectros, también es raro para mí... No con Eustace, él es casi como un abuelo, lo raro es ver a cuatro Myrcellas caminando juntas en medio de la noche, a veces hasta yo siento temor.

— ¿De verdad?... Todos parecen llevarlo de manera muy natural.

— Bueno, ahora sabes que no todos lo hacemos — sonreí y ella me correspondió.

— Es interesante hablar contigo Emma, no pareces tener problemas en decir lo que piensas.

Ella se ruborizó un poco.

— Lo sé, pero muchas veces sufro las consecuencias por eso... Ahora, si me permite, debo terminar de organizar su ropa.

Asentí y me senté en un sillón cerca a la ventana, tenía un libro en las manos pero no podía dejar de mirar de reojo a la joven Emma, que interesante joya había conseguido mi madre.

Terminó después de varios minutos, estoy seguro que Francia, Yetra o Xila hubiesen terminado el trabajo mucho antes, pero Emma se tomaba su tiempo para todo.

— Bueno, creo que eso es todo — dijo volviendo a acomodarse el cabello — ¿Desea que ordene o limpie algo más señori- Lord?.

— No, todo esta bien... Y Emma, si te sientes más cómoda así, puedes llamarme señorito, solo que no lo oiga ni mi madre, ni Eustace.

— De acuerdo — respondió con una sonrisa perfecta.

Los Fantasmas De Frogville © | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora