Finalmente, Juntos

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Lady Silóe
Dos meses después

El ansiado día finalmente había llegado, toda la familia que me importaba estaba aquí.
Han, Catelina, Thomas, incluso Deeana no se veía tan amargada.

El vestido que había elegido, era sencillo y hermoso.
Skeltor también tenía a las personas que quería, su padre "real" estaba aquí, Lord Breham era un hombre agradable pese a su duro aspecto, por la forma en la que lo trataba, podía darme cuenta lo mucho que quería a su hijo. De alguna forma, Rickard también había logrado contactarse otra vez con Frank Law, bueno, Frank Gemerk. Él le dijo que haría lo posible por asistir a la ceremonia, seria incómodo para Catelina, pero Skeltor y él pasaron por muchas cosas juntos, se habían hecho amigos en las circunstancias menos agradables.

Mi hermana entró a visitarme mientras me vestían en la parte trasera de la catedral de Ripper.
Ella se veía igual a la última vez que la vi, llevaba un hermoso vestido color rojo escarlata, muy llamativo, era el tipo de vestidos que sólo alguien como Catelina podría usar.

Aunque no habíamos sido particularmente unidas jamás, verla bien y aparentemente feliz, hizo que una parte de mí, que ni siquiera sabía que existía, se sintiera aliviada y en paz.

Me abrazó con cuidado de no dañar el vestido, como siempre, ella disfrutaba de mantener las apariencias.

Le pedí a las ayudantes que se fueran para poder conversar con ella con mayor facilidad.

Se sentó en un pequeño sofá de piel de cordero.

-Este embarazo en más difícil de lo que pensaba -exhaló exhausta.

-¿Embarazo? -pregunté sorprendida- ¡Me da mucho gusto, hermana!. Han me contó lo que pasó contigo hace un tiempo, espero que todo salga bien esta vez.

-Yo también... Es lo único que quiero ahora, eso y poder mantener a la familia unida, no sólo Thomas, Oli y yo, sino también tú, Han, sus esposos... Quisiera que fuéramos de esas familias que se reúnen cada domingo a comer faisan à la sauce à l'ail -bromeó, y como siempre, lo dijo con un perfecto francés.

-A mi también me gustaría eso -pero sé que dejaría de añorar a mis hermanos, si empezará a pasar más tiempo con ellos- Han nos regaló una casa... Bueno es un terreno en Palazzo, muy grande, está en las montañas, un lugar tranquilo y modesto... Como siempre he querido. ¿Tú vas a seguir viviendo en Bissnirá?.

-No -respondió apenada- Dejáremos la casa de Bissnirá, creo que vamos a volver a Ripper, aunque Thomas quiere comprar una casa en Àrdachadh.

-Es un lindo lugar... No he estado ahí, pero eso he oído.

-Sí.

Empezaba a invadirnos un silencio incómodo. Ella me miraba nerviosa y yo sólo quería que alguien entrara a la habitación y nos dijera que ya era hora de partir a la ceremonia.

-¿Has vuelto a ver a Frank?.

Mi pregunta la tomó por sorpresa. Negó con la cabeza, pero algo algo en su rostro me decía que eso no era del todo cierto. Aunque yo no tenía derecho para ahondar en ese tema.

Una de las damas que Deena había contratado para este día, interrumpió nuestra tensa conversación.

-Ya debe bajar, mi lady.

Esas cinco cortas palabras, hicieron que todo el asunto de Catelina pasara a un segundo o tercer plano.

Un cúmulo de buenos nervios invadió cada centímetro de mi cuerpo.

Mi querido hermano Han, fue quien me llevo hasta el altar, en donde él me esperaba. Con el rostro altivo y las cejas juguetonas, el tipo de sonrisa fácil, el bastardo que fue sin invitación a aquella ridícula fiesta. Mi amado Skeltor.

A pesar de todo lo que había sufrido, había mantenido la esencia más pura de su ser.

El débil temblor de sus manos, delataban su nerviosismo. No dejó de mirarme hasta que llegué a su lado.

-In nómine Patris, et Fílii, et
Spíritus Sancti... -empezó a recitar el Obispo Hemund.

Los segundos se hacían eternos, era ilógico que después de tanto, unos pocos minutos me angustiaran tanto.

Cuando por fin llegó la parte de las objeciones, nadie se atrevió a pronunciar palabra.

Sellamos nuestro matrimonio con un beso fugaz, había perdido el apellido Brett y no me sentía mal por eso, al contrarió, abrazaría ahora a mi nueva familia, en un segundo, estaba más orgullosa de ser Skeltor que toda una vida de ser Brett.

Después de la ceremonia, todos volvimos a Hearhome, donde nos esperaba una recepción magnífica. A pesar del poco agrado que nos teníamos, mi cuñada se había esforzado en hacer una fiesta poco ostentosa, pero bellísima.

El comedor de la casa había sido reemplazado por una enorme mesa adornada con manteles de seda bordada, guirnaldas de azahares colgaban de los bordes. Grandes bandejas de cristal, guardaban las gelatinas de diversos sabores. Jamones, ensaladas, frutas, todo tipo de dulces y en el centro un enorme pastel de bodas listo para ser partido.

La orquesta empezó a tocar el primer vals, según la costumbre debía bailarlo con mi padre, pero nuevamente Han tomó ese lugar.
Rickard bailó con Lady Deccir, que había llegado hace pocas horas a Ripper.

Frank Gemerk también se había hecho presente, llevaba un sombrero de copa muy similar al de Eustace, toda su ropa era negra, como si estuviera en un funeral y no en una boda. De rato en rato miraba a Catelina quien estaba gustosa al lado de su esposo; tal vez él si se sentía como en un funeral.

La primera pieza terminó, y entonces mi ahora esposo se acercó a mi con los brazos extendidos.

-Lord Skeltor -dije haciendo un ademán de saludo- ¿Ahora si está interesado en hacerme compañía?.

-Sólo si Lady Skeltor me lo permite.

-¿No se equivocó de persona esta vez? -me observó encandilado y negó.

-Aquella fue la mejor equivocación que he cometido en la vida -me atrajo hacía si, y beso mi frente con suavidad- Te amo más de lo que pensé que sería capaz de amar a alguien.

-He leído esa frase muchas veces.

-Lo sé -sonrió- La saqué de uno de tus libros.

Y al primer tono de el nuevo baile, comenzaba también mi nueva vida, una en la que nunca más habrían lágrimas de tristeza.

Los Fantasmas De Frogville © | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora