Rickard Skeltor
Mientras tuve cercanía a Frogville, jamás crucé una palabra con Frank Law, el cuñado de Silóe. Habían muchas razones para eso, primero, que nunca se dio la oportunidad, además el tipo era bastante intimidante, y siempre tenía cara de estar en medio de un funeral. Podría asegurar que él jamas se dio cuenta de mi, y eso estaba bien, me gustaba ser notado, pero no por personas como Law.
Por supuesto, la vida es extraña.
Por años me acostumbré a ver todos los reos, como si fueran la misma mierda, nunca distingui a uno de otro, nunca aprendí nombres, los odiaba por lo que me hicieron cuando llegué a este lugar, por eso, cuando fui superior a ellos, me encargue de vengarme por todo eso.A pesar del tiempo, de las heridas y la mugre, pude diferenciar a Frank Law. Tener a alguien "de mi vida pasada", cerca a mí, se sentía casi como si me reencontrara con un amigo, al que no he visto hace muchos años.
—No recuerdo a ningún Rickard Skeltor —dijo con brusquedad, apartándose de mí.
—Pues yo te recuerdo a ti... Estabas casado con Myrcella Brett, solían estar en el patio de los gansos, cuando yo iba por Silóe.
—¿Gansos?... Gansos, gansos... Gansos... No recuerdo haber visto un ganso —replicó.
Al principio pensé que solo estaba fingiendo, conforme seguía nuestra conversación, me daba cuenta que Law estaba demente.
—¿Cómo viniste a parar aquí? —pregunté.
—¿Cómo?... No estoy seguro —movió la cabeza de un lado a otro, haciendo gestos indescifrables —¡Ah, por desertor!... Sí... Deserté en la guerra civil... Thomas Hugh les ayudó a encontrarme.
—¿Lord Hugh? —había visto cierta cercanía, entre Hugh y los Brett, pero no sabia que interés podría tener el hombre, para encerrar aquí al otrora jardinero.
—Los dos amábamos a la misma mujer —suspiró.
—¿A Lady Myrcella? —¡Vaya que hay tipos con fetiches extraños!.
Él no respondió nada, miró a través de mí, con desconfianza, sus ojos se clavaron en las placas que colgaban de mi pecho.
—¿Lady Myrcella ahora está casada con Lord Hugh?.
—¿Qué?.
—Tu esposa... ¿Ahora es esposa de Thomas Hugh?.
—No... Ella murió... ¿Por qué estas hablando conmigo, esta es la nueva forma de castigo de Doré? —se acercó peligrosamente a mi, hasta poder sentir su aliento en mi rostro.
—Quiero ayudarte —dije con temor —Pero tú también tendrás que ayudarme a mí.
—¿Tú eres el que va a matarme?... Eso ya no me importa, estarías haciéndome un gran favor —río —Estoy cansado de todo esto... Por las noches las oigo cantar en mi cabeza.
—¿Cantar?... ¿A quién?.
—Las arañas... Noche tras noche, por todos estos años, han cantado cosas en mi cabeza, eran como mensajes enviados por ella.
—¿Por Lady Myrcella?.
—¡Por Catelina!.
—¿Usted pretendió a Lady Catelina?.
—Yo amé a Catelina... Y ella a mí... Pero su marido.
¿Su marido, Hugh era marido de Catelina?.
—¡Skeltor! —gritó uno de los oficiales de confianza de Doré —¡Alejate de ese prisionero, y no te le vuelvas a acercar!.
—Yo sólo estaba...
—¡No te le acerques!... Si lo haces, ni siquiera el dinero de tú padre te va a mantener fuera del hoyo.
"El hoyo"... Se me escarapela el cuerpo de solo pensar en ese lugar, tantos años de sufrimiento ahí, pase lo que pase, no quiero volver a estar en ese sitio.
—Si oficial, no voy a volver a hablar con el prisionero.
Cuando vi que el hombre se había se alejado unos metros, me dirigí rápidamente a Law.
—Aunque usted no me recuerde, nosotros tenemos mucho en común... Podemos salir de aquí —susurré —Pero ambos debemos poner de nuestra parte.
—Yo no tengo motivos para querer salir de aquí con vida.
—Pero yo si... Por favor —supliqué —Después de la cena, recorra el último pasadizo hasta la lavandería, lo voy a esperar ahí dentro de dos días... Vaya... Por favor —repetí.
Había trazado ese plan desde hace muchos años, sabía que funcionaria, el problema es que sólo se podría hacer entre dos personas, y no confiaba en nadie aquí. Law era mi única, y última esperanza, para volver a ver a Silóe.
ESTÁS LEYENDO
Los Fantasmas De Frogville © | Completa
Historical FictionEn la lejana ciudad de Grethel, vive la adinerada familia Brett. Lord Elric y su esposa Adélaïde, parecen llevar una vida normal junto a sus cuatro hijos, Silóe, Catelina, Han y la infortunada Myrcella. Pero ellos esconden un "incómodo" secreto, la...