Lady Catelina
El "Si, acepto" había sellado mi destino.
Thomas Hugh lucía diferente a la última vez que lo había visto, su rostro estaba más relajado, pero todo su cuerpo permanecía tenso y rígido.
Cuando mi padre me llevo hasta el altar en donde él me esperaba, sentí un profundo odio hacía mi misma, por haberme llevado a esta situación, también odiaba al maldito Frank por su maldita cobardía.
Le había dado tiempo, el tiempo suficiente para que huyamos lejos, antes de que esta boda se llevara a cabo.
Tal vez ese siempre fue mi objetivo al concretar este matrimonio, quizá sólo era una revancha hacía él por haberme fallado, por no haber cumplido su promesa, por haberse acostado con Myrcella nuevamente, embarazarla y con eso enterrar para siempre nuestra posibilidad de ser felices.
—Lady Catelina Edhel Brett. ¿Toma usted a Lord Thomas Hugh como esposo para amarlo, respetarlo y acompañarlo en los buenos y peores momentos?.
—Si, acepto —respondí de inmediato.
Hugh me dio un beso rápido en la frente y luego bajamos las pequeñas escalinatas de la parroquia de San Lorenzo.
Al salir, mi madre se acercó a mi, para darme un fuerte abrazo, estaba tan feliz que me daban ganas de romperle el corazón.
Mi padre fue más frío, no entendí sus motivos, ya que él fue quien quiso generar esta unión en primer lugar.
Frank estaba parado junto a Myrcella, no pude evitar mirar su vientre, no estaba tan grande, pero ya empezaba a notarse ligeramente la existencia del pequeño ser. Él esquivaba mi mirada, había tenido el rostro compungido durante toda la ceremonia, en este momento, él estaba sintiendo el dolor que yo sentí, siete meses atrás.
—Como habíamos arreglado, saldremos esta misma noche a Ripper —me dijo Hugh al oído.
—¿Emma también vendrá con nosotros?.
—Si, ya me encargué de que la llevaran con toda comodidad hacia allá.
—Gracias —susurré.
En estas semanas, no fui capaz de disuadir a mi madre de celebrar en Frogville después de la boda, así que todos llegamos allá para la recepción.
La señora Crispy había preparado todo tipo de platillos, entre ellos, esos pastelillos de fresa que le quedaban deliciosos.
Aunque para este momento, todo lo que probaba me sabia a papel, recién había caído en cuenta de lo que tendría que pasar una vez que toda la fiesta acabase, cuando Thomas y yo estuviéramos solos en alguna alcoba y tuviéramos que compartir el lecho.
Recordé aquella vez en la que oí a Myrcella gemir mientras Frank la poseía, era un sonido en seco, una agonía pausada y ridícula, yo no quería tener que emitir ese ruido nunca.
Además la cercanía de Lord Hugh no movía ni un cabello de mi cabeza, él no causaba en mí ese revuelo de emociones y deseo que solo Frank podía causar... Frank, Frank... ¡Maldito bastardo!... En pocas horas me iría para siempre de Frogville y él jamás pudo llegar más allá de simples besos.
Incluso para eso había sido cobarde.
Mi muy cobarde y amado Frank, ojalá te hubiesen enviado a Hala, lloraría por ti eternamente, sabiendo que no pudimos estar juntos a causa de Eustace, viviría una viudez a solas, sufriría en silencio, como parece hacerlo Silóe.
En cambio tendré que seguir con mi vida, tendré que acostarme con un hombre al que no amo, tendré que embarazarme y parir a sus hijos.
Tú enviudarás y yo nunca podré estar a tú lado, nunca podré ser tu esposa, ni siquiera podré ser tu amante, nunca seremos nada, por culpa de tú maldita cobardía.—Ya es hora de irnos —dijo Thomas Hugh.
"Irnos", sí, iría al matadero esta noche, por un camino que yo misma ideé. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida?.
Me despedí de mis padres, de mis hermanos y de mi preocupado cuñado, esa última despedida, fue la parte más dolorosa de este macabro plan.
Caminé del brazo de " mi esposo", hasta la salida de aquella casa, que me había dado tanto y me lo había quitado todo.
Volteé a verlo antes de salir de su alcance y arrepentirme por no haberlo hecho, él me miraba con tristeza, estaba cansado, demacrado, estábamos sufriendo juntos por esta separación.
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Los Fantasmas De Frogville © | Completa
Historical FictionEn la lejana ciudad de Grethel, vive la adinerada familia Brett. Lord Elric y su esposa Adélaïde, parecen llevar una vida normal junto a sus cuatro hijos, Silóe, Catelina, Han y la infortunada Myrcella. Pero ellos esconden un "incómodo" secreto, la...