Lady Catelina
Había tenido que bailar con un par de hombres estúpidos durante la velada; uno, un joven mozo, de a penas dieciséis años, hijo del duque de Zamora, y el otro un lord muy anciano, viudo, "en busca de una nueva amante", según dijo él mismo.
Además de eso, estaba el dichoso Lord Hugh, quien parecía no tener cuando dejar de hablar con mi padre.
Estaba por echar todo a la borda y volver a mi habitación, cuando pude divisar al señor Law, entrando sigilosamente por el pasillo de empleados. A diferencia de los otros tipos aquí, él resaltaba por su rudeza, el traje que llevaba era antiguo y totalmente negro, se había arreglado un poco el peinado, pero no demasiado, él no vino aquí para llamar la atención y aún así lo hacía. Muchas mujeres volteaban a verlo, ignorando por completo que no había ninguna joya o cosa lujosa en él, su sola presencia era intimidante y te invitaba a seguir observándolo. Su piel bronceada por las horas de trabajo bajo el sol de Grethel no hacían sino resaltar, sus hermosos ojos verdes, tan oscuros como un pantano.Cuando él clavo la vista en mi, supe cuanto quería a este hombre y que si tuviera que comer alubias por el resto de mi vida, con tal de estar a su lado, lo haría.
Camine hacia él, sin importarme la mirada reprochante de mi madre, y lo lleve hasta el salón de baile.
-¿Qué está haciendo, mi lady? -dijo tratando de zafarse de mi agarre.
-Estoy haciendo exactamente lo que mi madre dijo que hiciera, soy amable con los invitados, y si mal no recuerdo, usted recibió una invitación.
Una casi indistinguible sonrisa parece formarse en su rostro, esquiva la mirada de mi madre y se acomoda la manga para empezar el baile. Los músicos empiezan a tocar una nueva melodía, el señor Frank no está muy seguro de los pasos pero hace lo que puede, en ese momento no importa nadie más que él y yo. Aquella melodía termina y empieza otra, y luego otra.
-Solo dime que huya contigo Frank, aquí y ahora -le digo prácticamente al oído.
-Yo no podría hacerle eso a su reputación mi lady... Sería algo terrible, además... No tengo nada que ofrecer -a diferencia de otras veces, esta vez su rostro parece irradiar más furia que tristeza.
-Si quisiera a alguien que pueda ofrecerme una vida lujosa, me casaría con alguno de los ancianos que hay en esta fiesta -digo suplicante.
Él solo permanece en silencio, mirando a su alrededor con recelo, seguramente sintiendo la mirada feroz de mi madre en la nuca.
-Estas hermosa Catelina -dice casi susurrando en mi cuello- Si la situación fuera diferente me atrevería a hacerlo... Pero la realidad es dura -se aleja abruptamente al tiempo que termina la melodía.
Mi respiración está muy agitada, siento el corazón a punto de salirse de mi pecho, volteo hacia las escaleras y veo a Myrcella mirandonos a Frank y a mí con tristeza, él también se percata de eso y la saluda con un gesto de mano.
-¿Podrias bailar con ella? -le digo- Mi madre ni siquiera quiso presentarla, ha estado toda la noche escondida por los rincones... Por favor, baila con ella.
-A Lady Brett no le va a gustar la idea...
-A mi madre le dará igual, pero Myrcella pasará un buen momento.
Frank me mira por última vez, asiente y camina hacia Myrcella que lo recibe entusiasmada.
Por mirar a mi hermana y al señor Law, no me doy cuenta en que momento mi padre sale de su oficina y se acerca a mí, a su lado está un joven al que jamás he visto: de expresión dura, barba abundante, profundos ojos azules y sin duda alguna, porte de Lord.
-Lord Hugh, esta es mi hija Catelina, le hable de ella durante la visita que le hice en Aliza hace unos meses -dice mi padre.
Así que este es el dichoso Lord Hugh, muy diferente al viejo decrepito que había imaginado.
-Lord Hugh -digo haciendo una ligera reverencia.
-Lady Brett -dice dándome un ligero beso en la mano.
-Prefiero Catelina, "Lady Brett" es confuso teniendo a mi madre aquí -digo al darme cuenta que mi madre se ha acercado a nosotros.
Lord Hugh la saluda con cortesía, conversan un par de cosas banales y luego vuelve su atención hacía mi.
-Entonces Lady Catelina, yo prefiero que me llame Thomas, para estar en igualdad de condiciones.
-Bien... Lord Thomas -sonrío.
-¿Gusta bailar? -pregunta él.
-Lo siento, he bailado toda la noche y me siento muy exhausta.
-Pero nunca lo suficientemente exhausta como para no bailar una pieza más -dice mi madre poniéndome en compromiso.
Al empezar la siguiente melodía, Lord Thomas me guía hasta el centro del salón de baile, justo como yo había hecho minutos antes con Frank.
-¿Ya ha recibido propuestas hoy?.
-¿Cómo? -digo tratando de darme por desentendida.
-¡Vamos mi lady!... Todos saben que este baile es para buscar un esposo para usted y sus hermanas. ¿Ya encontró a un buen candidato?.
-Me temo, mi lord, que su pregunta está fuera de lugar.
-Yo podría ser un buen candidato -dice con voz jactanciosa- Estoy dispuesto a casarme con usted, la fortuna de su padre es tentadora para cualquiera, incluyéndome, pero el hecho de que haya un hijo varón en la familia, la hace un poco menos atractiva. Considerando su posición, usted y yo podríamos ser un negocio rentable.
Lo dice sin ningún vaciamiento, al punto que llego a pensar que ha hecho una broma que yo no he entendido, pero su expresión lánguida y seria me da a entender lo contrario, este tipo esta hablando en serio.
-Lo siento Lord Hugh -digo alejándome unos pasos de él- Pero no estoy interesada.
Sin importarme que la pieza aún no haya acabado, salgo del salón, volteo solo a ver a Myrcella y al señor Law, que aún continúan bailando cerca a las escaleras.
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Los Fantasmas De Frogville © | Completa
Historical FictionEn la lejana ciudad de Grethel, vive la adinerada familia Brett. Lord Elric y su esposa Adélaïde, parecen llevar una vida normal junto a sus cuatro hijos, Silóe, Catelina, Han y la infortunada Myrcella. Pero ellos esconden un "incómodo" secreto, la...