Lord Han
Una noche antes de partir hacia Ripper, me encontré con Emma en la cocina, ella acababa de terminar sus labores del día y estaba volviendo a casa.
—¿Quieres que te acompañe hasta tú casa? —pregunté.
—Bueno, no tendrías que pedirme permiso porque al fin y al cabo toda es tú casa —dijo ella en ese tono burlón que siempre usaba.
—Lo siento... ¿Puedo acompañarte?.
Ella sonrió y asintió.
Estuvimos en silencio la mayor parte del camino, era un silencio cómodo y cómplice, este era uno de esos momentos que solo se pueden lograr con la persona amada.
—Emma... ¿Le has contado a alguien sobre lo nuestro?.
—No... Tú me dijiste que lo mantuviera en secreto y así lo estoy haciendo.
—Bien... —la tomé de la mano y camine con ella hacía una de las casas de empleados que permanecía vacía.
—Sabes que esta no es mi casa, señorito —dijo con una sonrisa de lado.
—Lo sé —tomé su rostro entre mis manos y la besé con fuerza, sus labios eran cálidos y dulces.
Quise adentrar una de mis manos entre el muy apretado vestido. Pero ella la quitó de inmediato y me regañó con la mirada.
—Eso no pasara aun, Han.
—Emma... Yo te amo, y te deseo muchísimo —volví a besarla, explorando cada parte de su boca —No sé que voy a hacer lejos de ti por tanto tiempo —susurré.
Mis manos volvieron de manera inconsciente hacia sus pechos, esta vez ella cedió, se estremecía a mi contacto, su piel estaba fría y suave. Aplasté uno de su pezones con la punta de mis dedos y ella soltó un ligero gemido que nubló completamente mi juicio.
Entramos a la casa y se deshizo de sus ropas con agilidad, yo hice lo propio con la mía. Emma era mucho más pequeña de lo que parecía, su piel era pálida y grácil, sus senos pequeños y firmes me miraban triunfantes, eran hermosos, toda ella era una obra de arte.
Al contrario de lo que podría pensar, o de lo dicho por Eustace, la joven Crispy aún era virgen, temerosa en la intimidad, tenía una actitud muy diferente a la usual, esquivaba mi mirada y trataba de ahogar cualquier ruido.
—Vuelve aquí mañana Emma —le dije antes de que se fuera.
—Pero mañana es tú viaje...
—Si, mi padre y yo partimos al terminar la tarde, vuelve aquí por la mañana... Voy a esperarte.
Ella me miró ruborizada y dijo un "sí", casi inaudible, luego salió con cautela y desapareció en la noche.
Mi conciencia entonces empezó a arremolinarse, al final, ceder al plan de Eustace no había sido tan fácil como él prometió.
Había jugado con los sentimientos de Emma (si es que realmente tenia sentimientos por mí), la había usado como diversión, le había prometido matrimonio y mañana seguiría engañándola solo para acostarme con ella. ¿Qué clase de persona soy?.
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Los Fantasmas De Frogville © | Completa
Narrativa StoricaEn la lejana ciudad de Grethel, vive la adinerada familia Brett. Lord Elric y su esposa Adélaïde, parecen llevar una vida normal junto a sus cuatro hijos, Silóe, Catelina, Han y la infortunada Myrcella. Pero ellos esconden un "incómodo" secreto, la...