Eustace
Dos semanas después.
El lord había anunciado su regreso dos semanas atrás, según decía la carta que envió, él y el joven Han, volvían con excelentes noticias.
— ¿Cuáles crees que sean esas noticias? — preguntó una ansiosa Lady Brett el día que la carta llegó.
— No tengo ni la menor idea mi lady, pero supongo que debe ser algo bueno... De lo contrario Lord Brett no estaría tan contento de volver.
— Tienes razón en eso Eustace... Elric ama estar en Ripper.
— Confíe en él mi señora, las noticias serán de su agrado.
Con una lady Adélaïde de buen humor, seguramente el lord también estará feliz, lo que me dará oportunidad de hablarle sobre el suntuoso plan que he ideado.
Él día del regreso desperté a los sirvientes más temprano que de costumbre, la joven sobrina de la señora Crispy me miraba recelo, estoy seguro que ya sabe lo que soy realmente. Seguro fue la chismosa lady Catelina quien le comunicó todo.
Al mediodía Lady Silóe seguía sin levantarse, ella podía ser muy imprudente a veces, algo sin duda heredado de su padre.
— Mi lady, me temo que ya debe empezar a vestirse — dije dejando la charola de plata en la mesita de noche.
— ¿A vestirme, para qué? — dijo mientras babeaba la almohada.
— Hoy llegan Lord Brett y el joven Han, mi lady, debe estar lista.
— ¡Ellos llegan el viernes!.
— Pues hoy es viernes lady Silóe.
La señorita se levantó como una flecha en el aire cuando oyó esa última frase.
— ¡No puede ser posible!.
— Pues sí mi lady, hoy es viernes, su padre estará aquí dentro de un par de horas.
— ¡Oh Eustace!... Debo prepararme.
— La señorita Emma está preparando su baño en la otra habitación, luego la ayudará a vestirse.
— Aún no le tengo confianza a Emma... ¿No podrías enviar en su lugar a alguna de las chicas de Myrcella?.
— Haré lo posible mi lady, pero no lo prometo nada.
Por suerte encontré a Sahara y Ravenna en la puerta de la habitación.
— ¡Ustedes dos!... Deben ayudar a Lady Silóe a vestirse.
— Lo siento Señor Eustace, pero Lady Catelina ya me pidió que la ayudase — dijo Ravenna.
Catelina, Catelina, que dolor de cabeza era esa muchacha.
— Bueno... Entonces busca a Eva o a Gissela y pídele que vengan a ayudar a Sahara.
— Esta bien Señor Eustace — dijo la enfermera y empezó a correr por toda la casa buscando a sus otras dos compañeras.
****
Por suerte, el recibimiento salió muy bien, como esperaba, Lady Brett quedó muy contenta con las noticias, Lord Brett había conseguido que muchos nobles aceptaran la invitación al baile, incluso un tal Lord Thomas Hugh había confirmado su asistencia. Esto emocionó a Lady Adélaïde de una manera muy especial.
Luego de la cena, me acerque a Lord Elric pidiéndole una pequeña reunión privada.
— ¿No puede esperar hasta mañana? — preguntó.
— Me temo que no deberíamos hacer esperar este asunto más tiempo mi Lord.
— Ya que lo dices así... Está bien, de todas maneras hablar contigo siempre es como tener una conversación con mi propia consciencia.
Me pidió que fuera a su oficina en media hora, estuve ahí a la hora exacta.
— Bueno Eustace... ¿Qué es aquello de lo que quieres hablar con tanta urgencia?.
— Verá mi Lord, usted sabe el apreció que tengo por Lady Myrcella, y aunque le dije que no es una certeza que a ella le suceda lo mismo que a las demás, aún hay posibilidad de que pasé y que ella... Bueno... Muera dentro de un año.
— Creeme que he pensado mucho en eso, no hay día que no lamente la desdicha de mi hija.
— Bueno, mi Lord, yo también pienso en eso constantemente, por ello pensé en una manera de hacerla feliz.
— ¿Cómo?, yo haría lo que fuera por alegrar a mi Myrcella.
— Ella sería feliz con un matrimonio, mi Lord.
La mirada de mi yo se contrarió al escuchar estas palabras.
— Sabes que la situación con Myrcella es difícil... Ella es... Es...
— Fea, no es algo difícil de decir, ella es fea, y no podría encontrar un marido de la manera tradicional.
— No... Pero estoy seguro que más uno se casaría con ella sin importar su aspecto, aún peor, sabiendo lo poco que le queda de vida.
— Por eso su marido debe ser de nuestra entera confianza Lord Elric.
— ¿A qué te refieres?.
— Me refiero al señor Law, él debe ser el esposo de Lady Myrcella.
— ¿El señor Law?... ¡Pero es un jardinero!.
— Lady Myrcella está enamorada de él. Ella sería muy feliz con ese matrimonio.
— No lo sé Eustace... Además cuando el señor Frank llegó aquí ya era bastante grande, pudo muy bien haber estado casado, puede que tenga una esposa e hijos por ahí.
— Me tomé la licencia de pedir información en los registros civiles sobre cada Frank Law de este país.
— ¿Y?.
— Recibí quince respuestas, ninguna descripción coincidía con nuestro señor Law, así que estoy casi seguro que él no es casado.
— Bueno... Pero podría quizás tener alguna novia, no lo sé, en el pueblo.
— No mi Lord, lo he seguido por dos semanas en sus viajes al pueblo, él solo cumple con los recados de Lady Brett y luego vuelve a Frogville, no visita a nadie ni envía cartas, es un hombre libre.
— Aún así Eustace, él nunca ha mostrado interés por Myrcella, o por lo menos yo no lo he notado.
— El señor Frank no la desprecia mi Lord, no la mira con azar ni con lástima. Fue por eso que ella se enamoró de él.
— De igual manera, eso no es mostrar interés... ¿Cómo podría orquestar dicho matrimonio?.
Y es aquí donde entraría la parte cruel de este arreglo.
— Hala ganó la guerra mi lord, ellos han pasado todos estos años buscando a los que desertaron, se los llevan y los cuelgan en las plazas, eso le esperaría al señor Frank de saberse su origen.
— ¡No voy a amenazarlo, Eustace!... Ese hombre ha servido lealmente a mi familia por muchos años.
— Vealo por este lado, estaríamos haciendo un gran favor, él pasaría de ser "el jardinero", a ser el esposo de la hija de uno de los hombres mas ricos de este país. Él se volvería un Lord.
— No estoy seguro... Debo pensarlo con calma.
— Por supuesto, no esperaba menos, pero recuerde que debe pensarlo con prisa, el tiempo corre para Lady Myrcella.
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Los Fantasmas De Frogville © | Completa
Historical FictionEn la lejana ciudad de Grethel, vive la adinerada familia Brett. Lord Elric y su esposa Adélaïde, parecen llevar una vida normal junto a sus cuatro hijos, Silóe, Catelina, Han y la infortunada Myrcella. Pero ellos esconden un "incómodo" secreto, la...