Confía en mí

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-Arriba las manos!- dijo un sujeto enmascarado mientras nos apuntaba con su arma.

El Vengador y yo cruzamos miradas.

-Steve...- susurré sin saber que hacer.

Notó mi miedo y nerviosismo, sin duda.

-Haz lo que te digan. Confía en mí. Tranquila.

Acató la orden principal del hombre con lentitud, y con un asentimiento leve me indicó que hiciera lo mismo.

Era la única opción correcta para nuestro alcance al parecer, caminábamos con la guardia baja, ajenos a qué algo así aconteciera. Desarmados.

El otro integrante del par se acercó a mí barriendo cada centímetro de mi cuerpo con su morbosa mirada.

Jale aire con enfado e impotencia.

-Pero que hermosura- relamió sus labios caminando alrededor mío. Cómo un vil buitre o depredador al acecho de su presa.

Sentí rápidamente que tomaba mí cintura y colocaba su asquerosa boca a una corta distancia de mi oído.

Apreté la mandíbula.

-Shh... Tranquila, tranquila- intentó tocar mi rostro pero se lo impedí alejándolo de él.

Steve hizo un movimiento dispuesto a atacar, sin embargo, ambos, ágilmente me apuntaron.

-Ni se te ocurra.

Fue la advertencia que hizo a Steve Rogers detenerse.

Aproveché tal distracción y golpeé con mi codo el rostro del hombre que me tenía sujeta. Este no me liberó. Ni siquiera dió indicios de haberse movido aunque fuera un poco.

Opté por desaparecer y tener ventaja en los próximos golpes que seguro le daría.

Pero se aferró a mí con inmensa fuerza, hasta casi dejarme sin aire.

Intenté safarme. Otra vez.

Rió.

-Ternurita- mofó con sarcasmo. Luego agravó la voz -No vas a ir a ningún lado. Te tengo atrapada, maldita!
-Sí, pero no ves mis movimientos hice un nuevo esfuerzo. Si iba a morir lo haría, pero no sin antes dar batalla.

Entonces, volví a golpearlo. Esta vez en la entrepierna y el costado, logrando que al fin me soltara; aventandome con fuerza contra un carro cercano que estaba estacionado.

Mi truco de "señorita invisible" acabó segundos después del impacto.

Quejidos fueron los que salieron de mi boca. La cabeza me dolía.

Llevé una mano hacia ella. Toqué el área, percibiendo humedad, viscoso, y más dolor.

Bajé la mano para observarla.

Era sangre.

"Dios, qué había echo?"

.
.

Alguien me agarró de ambos brazos. No me esmeré en saber quién lo hacía, ya no me importaba. Estaba cansada.

Cansada de ser una inútil, de ser yo. De haber elegido esto.

-Déjala!- pidió severamente frunciendo el ceño.
-Será mejor que te calles- intervino el otro sujeto.

-Ya, ya! A lo que venimos- le recordó su compañero y me soltó.

El miedo quería volver a invadirme, como siempre. Además, sentía ganas de vomitar.

No quería que nada nos pasara.

Simplemente... No puedo (Steve Rogers Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora