Al suelo

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Narras tú:
-_________...- canturreó en mi oído divertido -A-rriba..!- rió.

Empezó a besar y rozar su nariz por todo mi rostro.

-Steve, por Dios...- se me escaparon pequeñas risas -Deja dormir, quieres?- hablé como pude aún con sueño.

-El sol ya salió, _____.
-Genial!- dije sarcástica -Por mí que salga un unicornio. No voy a levantarme. Por qué la urgencia, eh?
-Vamos a entrenar. O a correr- mencionó alegre.

-Ay, Rogers...- me quejé y abrí un ojo para verlo.

Sonrió estando arriba mío.

-Sabes que pesas, cierto?- bromeé.
-Disculpa. Yo puedo...

Intentó retirarse pero lo jalé de la camisa que traía.

-Usted Capitán, se queda aquí conmigo. No importa que no le haya traído el desayuno a su novia.
-Amaneciste muy salvaje- rió y lo miré mal -Anda, vamos. Párate de aquí y comemos lo que quieras.
-Sí!!!!
-PERO...después de correr.

-Y yo soy la salvaje- rodé los ojos con diversión. Siguió riendo y dió inicio a las cosquillas.

Solté a reír e intentar que parara.

-Soldado...- risas -Steve..! Me va a obligar a...- más risas -...recurrir a fuerzas mayores.
-Ya levántate- insistió y continuó con las cosquillas.

-Sabes que te amo. Pero es defensa propia- reí.

Como pude me giré un poco en la cama y lo tiré al suelo.

Estallé en carcajadas mientras él me observaba con los ojos entrecerrados y una sonrisa desde el suelo.

-Qué? Te lo advertí, cierto?- le saqué la lengua y seguí riendo.

Giró los ojos y sin que me lo esperara me jaló hacia él.

-Usted se viene conmigo. No pienso quedarme solo en el piso.
-Espera, Steve. Por favor, no. Perdóname- supliqué risueña mientras me aferraba a la cama.

Así continuamos por un rato hasta que logró que cayera sobre él.

Él se quejó con un "Auch" para que después los dos estuviéramos riendo.

-Bien hecho. Me acabas de levantar.
-Lo sé- respondió con orgullo -Buenos días.
-De dónde les ves lo buenos? Me-sa-cas-te-de-mi-ca-ma...- le dí leves golpes en el pecho por cada pausa.

Se acomodó hasta quedar sobre mí. Nos miramos.

-Ahora qué?- alzé una ceja fingiendo molestia.
-Sé enojó la señorita?- cuestionó con gracia.
-Le parece, soldado?
-A ja, algo. Entonces no me va a dejar que la bese?

-Ponga a pensar a su cerebrito- reí.

Me tomó el rostro con ambas manos.

Dió una mirada a mis ojos y labios.

Sonreí colocando mis brazos alrededor de su cuello y me dediqué a acariciar su rubio cabello.

Se acercó a mi cara para rozar su nariz con la mía provocando que cerrara los ojos al instante.

-Ya le estoy viendo algo de bueno al día.
-Me alegra!- se separó con una sonrisa -Significa que iremos a correr?

-No, Rogers... Tú ibas a hacer algo. Regresa a tu posición. Es una orden.
-Uy, algo más?
-Sí, quiero algo.
-Qué?
-Que me bese...

Regresamos a nuestro bello momento y entreabrimos los labios dispuestos a besarnos.

La puerta se abrió.

Simplemente... No puedo (Steve Rogers Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora