Capítulo 3: ¿¡Quién es su mamá!?

666 55 8
                                    


Cierro la puerta de la casa mientras Wyatt camina ebrio y se lanza al sofá boca abajo.

— No conseguí nada — dice contra el almohadón y una risilla burlona se escapa de mis labios. Son las dos de la mañana, es viernes y entramos a las siete a clases, pero aquí estamos, 20% agua, 80% alcohol. 

— Sí tenías, pero la mandaste a Missouri — nos reímos como idiotas, pobre chica, debió llegar al hospital y preguntar por Lisa — y luego la cagaste con la morena — le recuerdo y saco de la nevera una botella del buen señor Daniels. 

¿Cómo llegué a la cocina?, no tengo idea.

Me quedo ceñuda mirando el suelo tratando de enfocar mi vista borrosa que se siente como un lente de cámara mal puesto.

¿Dónde está mi zapato?

Ahora observo mi media, parezco un vagabundo, además del hecho de que mi pulgar sale de la tela rosa. Debo hacerme una pedicura.

— ¿Sabes dónde dejé mi zapato? — Wyatt se acomoda en el ancho sofá dándome campo y cuando ve mi pie sus ojos se abren como luna llena.

— ¡Oh Dios! — me tapo los oídos — ¡Liv, tu zapato! — chilla dejándome sorda por un momento, ruedo los ojos y le doy un gran trago a la botella — ¡oye, yo también! — me la quita y le da su buen sorbo olvidando lo demás.

¿Acaba de retarme con un trago más largo que el mío?

— ¿Jugaremos "aguantalo"? — una sonrisa de Wason se instala en sus labios remojados y una sensación muy conocida se adueña de mi vientre bajo.

¿Cuánto tengo de celibato?

¿Por qué de pronto Wyatt luce tan caliente?

¿Dónde rayos está mi zapato?

.

Despierto molesta por el bajo ronquido que va directo a mi tímpano, respiro hondo y me estiro hasta que soy consciente de donde estoy.

¡Oh mierda!

Salgo de la cama de Wyatt y tomo su camiseta para cubrirme. Me hubiera puesto mis bragas, pero no las encuentro así que tomo el resto de mi ropa y salgo de la habitación del prostituto.

Me doy una rápida ducha y me preparo el desayuno con tranquilidad ya que son apenas las 6:10am. Gracias a Dios superé la resaca hace un par de años, dormir se vuelve opcional cuando eres estudiante de medicina y mi opción es dormir en clases.

— ¡AY, DIOS! — el grito del castaño se escucha desde la planta alta y es mi señal para sacar otra taza de café.

Eso gritaba anoche... muy fuerte.

— Liv — me llama bajando las gradas de dos en dos con sólo unos pantaloncillos de correr — creo que tuve sexo salvaje con alguien anoche — enarco mis cejas ocultando mi cara llena de burla con la taza de café.

¿Alguien?

¿Cuándo fue la última vez que tuvo amnesia por borrachera?

— Fue increíble — se recuesta en el umbral dejando caer su peso en un brazo.

Me recuerda a Meg de la película Hércules. Cuando le da la rosa.

— ¿Cómo lo sabes? — pregunto bajando la taza y mordiendo una tostada. 

— Mi cuerpo lo sabe — se encoge de hombros — mis músculos están relajados, sensibles y a la vez electrificados — se toca el antebrazo y se muerde el labio — además Junior se siente cansado — señala su entrepierna y me río.

¡A la mierda las etiquetas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora