Capítulo 34: La barista

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— ¡Una más! — me grita Flind por encima de la música dejando la botella vacía de whisky en la barra. Le paso una llena junto a un tarro de hielo y me guiña un ojo antes de marcharse.

Hoy es uno de esos días especiales donde Josh se deja convencer para que alguna facultad de universidades aledañas haga su reventón aquí. Por lo que el ambiente se transforma de un tranquilo bar para disfrutar a una fiesta desenfrenada donde no puedes tener ni una conversación decente.

La verdad solo me quejo de tres cosas:
Tengo que trabajar y no puedo divertirme, los ebrios tontos que intentan coquetearme todo el tiempo y el uniforme que debemos usar para identificarnos entre tantas personas. El cual consistía en una falda negra de paletones, medias altas hasta los muslos, una camisa de botones negra pegada al cuerpo y una coleta alta adornada por un lazo azul.

Adivinen que peliteñida con dos hijos idénticos, amante del anime y de la humillación pública lo escogió.

Gracias a Dios yo trabajaba tras la barra y podía llevar mis tennis hermosas y cómodas en ves de los tacones mortales que llevan todas y de paso me evito miradas desagradables.

— ¡Esto está que arde! — la dueña de mis pensamientos aparece tras de mi con su ropa gótica y su maquillaje divino con una botella de cerveza.

A diferencia de su esposo que, está escondido de todo el boom en su oficina, ella amaba el desmadre y se aseguraba de formar parte de este cada que podía.

— Parece la entrada del infierno con todas las luces rojas  Maze se acerca a nosotras y Jade me mira pidiendo que traduzca el español del latino.

— Que está lindo — hago un ademán hacia el lugar mientras pellizco al colombiano y este se ríe.

— Tengo que aprender español — se queja y me río mientras le cambio la botella por una de agua, ella rueda los ojos y se va.

A veces tengo que cuidarla un poco también.

— ¡Hola amor! dame tres shots de Jeager y tu número — el típico chico quarterback que verías en películas cachondas se sienta frente a mi y me sonríe mientras pasa descaradamente su mirada por todo lo que alcanza a ver de mi cuerpo.

Me pasa los tiquets que usamos para cobrar cuando hay demasiada gente y me guiña un ojo.

Listillo, las botellas de Jeager están arriba del mueble tras de mi por lo que podría verme la falda mientras me estiro, pero Maze arruina su estrategia pensando en lo mismo que yo y me pasa una antes de siquiera volverme.

Sirvo los tragos con poco cuidado y se los tiendo pero no se va.

— ¿El número? — insiste agarrando uno y se lo toma sin hacer muecas.

— Busca una chica de fraternidad amigo, esas son rápidas — le sonrío arrugando mi nariz para que se largue pero sólo se ríe y se toma otro.

Mierda, odiaba esto, era divertido coquetear con alguien de lengua afilada e interesante, pero este chico era literalmente sólo... nada.

— Pero yo quiero a la sexy barista que prepara esos deliciosos cocteles — sonríe de lado provocativamente y yo ruedo los ojos cansada.

¿Dónde está Wyatt cuando lo necesito?

— ¿Beber alcohol no anula los efectos de los esteroides? — suelto una carcajada sin poder evitarlo, la sonrisa del instigador se apaga por completo y sus ojos furiosos pasan a Maze.

— Yo no tomo esa mierda — cierra sus puños con fuerza y yo me interpongo entre mi amigo y él cuando se levanta y pasa medio cuerpo sobre la barra.

¡A la mierda las etiquetas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora