Capítulo 58: La espera

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Loren

Me dormí por un rato cuando me dejé caer en el asiento, pero un mareo me hizo levantarme lo suficiente para ver a Olivia apretando el volante con tanta fuerza que tenía los nudillos blancos.

— Liv, vas un poco rápido — me incorporo sentándome en el medio del asiento trasero y la escucho tragar, me acerco un poco más para ver su rostro y un mal presentimiento me invade el estómago.

— Sí, ¿me haces un favor? — pide con la voz aguda y las alarmas en mi cabeza comienzan a sonar — quiero que te hagas hasta atrás y a como puedas te pongas los tres cinturones — me quedo de piedra un segundo pero acato la orden temiendo reventar sus nervios, me paso el cinturón del medio por la cintura y tomo los otros dos.

— ¿Cómo en los autos de carreras? — pregunto insegura y ella asiente frenéticamente dando otra vuelta, que casi no logra.

— También quiero que tomes tu teléfono y lo mantengas muy cerca de ti, ponlo en un lugar donde no se te salga de las manos por ningún motivo, y que cuentes las vueltas que damos, mira el camino, Loren, recuerda que ves — trago en seco y espero a llegar a una línea sin curvas para cruzarme ambos cinturones. Mi mirada se va al retrovisor, apenas podía ver los ojos de Olivia, su cara estaba pálida y la desesperación era el dueño de sus iris.

— Algo le pasa al auto... ¿verdad? — mi voz tiembla como la de una niña y un nudo se atora en mi garganta — Dios, tengo que llamar a alguien... — pero no me da tiempo.

En lo que parecieron segundos unas luces blancas nos cegaron por completo, grité al escuchar la maldición de Olivia y cerré lo ojos cuando sentí como el auto rodaba. 

.

— Loren... ¿me escuchas? — abro mis ojos sintiendo el cuerpo completamente pesado y las  mejillas mojadas, sin saber si era la sangre que surcaba desde mi nariz o mis lágrimas — Loren, mírame — parpadee un par de veces tratando de enfocar a la pelirroja en medio de la oscuridad, estábamos volteados, el auto había quedado con el techo en el suelo y lo que nos daba luz era la lamparita de las puertas que parpadeaba inestable.

— Liv — digo apenas sintiendo la garganta arenosa y ella suelta el aire entrecortadamente pareciendo aliviada desde su asiento, aunque no podía verla del todo.

Había mucha sangre.

— Conejito, el teléfono, llama a emergencias — su voz era cada vez más perezosa, lo que me hizo esforzarme en verla mejor, pero no fue necesario para saber su condición.

Ay no, no, no, no.

— Tienes una rama incrustada en tu estómago — chillo llena de horror y mis ojos se empañan de lágrimas de nuevo al ver la punta de la madera llegar hasta la parte trasera atravesando también el asiento.

— Estoy bien, me mantiene sentada, la adrenalina se expandió en mi cuerpo hace un par de minutos y eso bastará para estar despierta un rato más, necesito que llames a emergencias y recuerdes lo que viste para que nos encuentren — presiona sus manos alrededor de la rama y suelta una maldición, la rapidez con la que su sangre salía de las cortadas en su cuerpo y las gruesas gotas que se deslizaban por la rama me hacían querer gritar.

Traté de mover mis manos pero sentí un horrible dolor en mi brazo izquierdo, estaba roto, el pedacito de hueso apenas salía a un lado de mi codo. Con la mano derecha saqué el celular mientras Olivia llevaba su mano al asiento del copiloto y trataba de despertar a Wyatt sin moverlo demasiado, a él no podía verlo, pero la expresión en el rostro de la pelirroja me daba bastantes ideas espantosas.

— 911, ¿cuál es su emergencia? — puse el altavoz al sentirme incapaz de mantener mi brazo junto a mi cara y este cayó al techo.

— Un accidente en auto — digo lo más fuerte que puedo — caímos por un lado de la carretera... somos tres, no podemos movernos — no sabía que más decir, ahora que era consciente de mis lesiones me dolía mucho y eso no me dejaba pensar.

¡A la mierda las etiquetas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora