Capítulo 15: Fotos

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Drake se vuelve con su cara sin expresión alguna y sus manos metidas entre los bolsillos de su pantalón.

Mierda. 

Que horror.

— Primero que nada, debo decir que tengo un fetiche con la fotografía, desde niña mi padre me metió en clases y la verdad me encanta así que siempre ando tomando fotos cuando me siento inspirada... o quiera burlarme de alguien — hablo rápidamente y su cara sigue imperturbable — gracias a Dios no son todas tuyas o parecería una especie de acosadora — me río como idiota y siento como mi cara pasa a entonar con mi cabello. 

Drake se muerde levemente el labio y sin decir una palabra camina a mi armario y saca su mochila. 

¿No va a decirme nada?, literalmente acaba de descubrir mi sucio secreto y además sus fotos son el doble de grandes que las demás.

Y no fue un error de imprenta precisamente.

Pasa a mi lado y sale de la habitación en silencio.

— ¿Drake? — corro por el pasillo y me detengo para obstruirle el paso a la escalera — en serio te juro que no soy una acosadora — le digo avergonzada y él aprieta más el agarre en su labio. 

No sé porqué me importa tanto, pero no quiero que ande por ahí diciendo que le tomo fotos a la gente... aunque sea cierto.

Esperen un segundo.

No puede ser.

¡Se está burlando de mi!

Le doy un golpe con la cola de mi pijama y él junta sus cejas fingiendo estar molesto, pero sigo notando la chispa de burla y diversión en sus pupilas.

— ¡Desgraciado, ríete de una vez! — le doy otro coletazo, una pequeña carcajada sale de sus labios y la suprime un segundo después.

¿Cómo puede hacerme esto?, Dios realmente creí que estaba molesto. 

Sin darle tiempo de nada lo tomo de la muñeca, como ya se me ha hecho costumbre, y lo arrrastro a mi habitación.

Mierda, no puedo evitar que su sonrisa se me contagie, aunque la suya sea una genuina burla hacia mi. 

— Siéntate — señalo el suelo como dándole órdenes a un perro y él enarca una ceja dejando la mochila a un lado — ¡que te sientes, Spretnat! — rueda los ojos, pero me obedece sentándose en la esquina de mi cama, la cual parece poca cosa con su exuberante trasero encima. 

Buen chico. 

¿Dónde están mis galletas entrenadoras?

Me arrodillo a su lado y su mirada cambia a una llena de desconfianza y algo más.

¡Que mente tan sucia!

— Dios Santo Lewis, ve a una iglesia — reprocho y él saca su mirada de mi para perderla en algún punto en la pared del frente. 

¡Abochórnate, Adonis!

Me felicito en mi mente por ponerlo incómodo y me deslizo debajo de la cama con la cola al aire tratando de ensuciar lo menos posible mi pijama.

No recuerdo la última vez que limpié para ser sincera.

Tomo el baúl y lo saco dejándolo a la vista del moreno. 

— Estoy apunto de abrir mi caja de secretos — le digo seria y él profundiza su expresión de no entender un carajo — voltea tu linda cara para que no veas mi vergüenza — le ordeno y puedo ver una pequeña elevación de la esquina derecha de su carnosa boca antes de hacer lo que le pido.

¡A la mierda las etiquetas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora