Vuelta a la derecha, vuelta a la izquierda.
Maldita sensualidad de cama.
Igual que su dueño.
O talvez debería maldecir a mi vejiga y su necesidad de ser vaciada justo ahora.
Suelto un gruñido separándome de las suaves y calentitas sábanas para dirigirme al baño del mal. Mi ropa sigue donde la dejé y ahora puedo ver la esponja que pisé y me hizo caer. Estúpida esponja... con la que Drake frota su lindo cuerpo.
Ok, me desvié.
Recojo mis cosas haciéndolas un puñito y hago pis antes de salir del baño. Seré medio loca, pero nunca una cochina.
Busco entre la ropa de Drake algo que pueda usar pero todo es demasiado grande. Así que tomo una sudadera negra y entre su ropa interior saco una especie de licra como las que usaba Wyatt para correr.
Oh esperen, creo que son otros boxers.
Los hacen muy raros ahora.
En fin, me cambio y le agradezco a Dios que la sudadera tape la bolsa frente a mi entrepierna donde debería ir... ya saben, las cositas del moreno. De hecho, me tapa hasta arriba de la mitad de los muslos, si le pusiera una faja en la cintura sería un raro vestido de primavera.
Me peino con los dedos, porque el acondicionador asesino sí surtió efecto, y me hago una coleta alta que amarro con una pulsera que llevo siempre en el tobillo.
Paso por la sala donde Drake parece dormir en el sofá, y digo parece porque la mitad de su cuerpo prácticamente está en el suelo y según su cara parece sufrir. Además su cabeza está en una pésima posición y de seguro amanece con el cuello rígido.
Ok, culpa de nuevo, me dio su cama y ahora tendrá tortícolis o algo.
Sigo caminando hasta la cocina porque me muero de hambre pero me deprimo cuando abro la nevera.
Solo una triste zanahoria y algo de mantequilla, sin contar las cuatro latas de Red Bull y lo que creo que es comida china en una taza de plástico.
¿Acaso no compra nada para cocinar?
Cierro la nevera y me dirijo a la alacena pero es la misma historia, galletas y azúcar.
Genial.
Ni siquiera tengo mi teléfono como para pedir a domicilio unas cosas del mercadito ambulante.
Mi bombilla de ideas se enciende mientras veo a Drake dormir como una acosadora.
Me acerco y busco su teléfono a su alrededor hasta que lo encuentro bajo el sofá.
Bingo.
Lo desbloqueo usando su dedo con cuidado y llamo a la primera persona que sé que me ayuda incondicionalmente.
— ¿Hola? — contesta con su madrugadora y rasposa voz.
— Si buenas, para ordenar tres Mcpapas y dos refrescos regulares — escucho su risa de chanchito y luego se ahoga en tos — ¿estás enferma? — pregunto incrédula porque si hay alguien saludable en mi vida, esa es Jane Greyson.
— No... sí — ruedo los ojos y la escucho estornudar — en fin, ¿qué quieres? — sorbe mocos y yo me río de ella antes de contestar.
— Necesito el número del mercadito de Blair, y el del tipo raro del laboratorio de biología — sé que los tiene porque su agenda está llena de gente que conoce gente.
Ella es ese tipo de persona.
— Bien... ¿de quién es este número por cierto? — me muerdo el labio viendo de reojo al moreno.
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¡A la mierda las etiquetas!
RomanceOlivia Chase es una chica alocada y divertida, muy distraída en cuestiones sociales, pero una genio en la universidad. Drake Lewis es apartado, poco amigable, serio y de rasgos duros. Pero por alguna razón, cuando un profesor los une para que ella l...