Capítulo 54: Cartas de Jamie

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Cuatro años antes.

Jamie 

Carta 1: "Sólo un par de días más."

Era lo que me repetía una y otra vez cuando sentía que no podía más.

Muchos dirían que sólo busco atención. Tal vez sea verdad, tal vez lo que quiero es que alguien note que estoy aquí, que me rompo con cada palabra, con cada acción, que no soy tan fuerte como para fingir que no me destruyen con sus burlas, con sus comentarios, con sus abusos. 

Quiero gritar, irme, desaparecer.

Sé que no es justo, mi padre terminaría de hundirse en el alcohol en alguna parte de San Francisco o donde sea que esté ahora, mi madre probablemente quedaría destrozada y diría que no supo el porqué, ella no ve lo que pasa, sus ojos están cegados por el optimismo y la religión. Mi hermana no lo lamentaría tanto... siempre jugando a ser la mejor, la que todo lo puede, la que no necesita nada de nadie para ser feliz, la que no titubea en escupir veneno hacia cualquiera de nosotros, la que provoca que mi madre llore cada noche y yo tenga que ir a consolarla aunque ni siquiera encuentre consuelo para mi.

¿Me extrañarán? 

¿Notarían mi desaparición si lo hago?

¿Cuánto tardarían en darse cuenta de lo que me llevó a siquiera pensar en esto?

¿Tratarían de pensar en cada palabra hiriente, en cada golpe, en cada vez que traté de hablarles sobre como me sentía... sobre lo que pasaba?

Lamento mucho escribirte esto a ti, Olivia.

Mi única amiga.

Si hay algo que me mantiene en pie eres tú.

Con tu forma de ver el mundo, con esa sonrisa que siempre estás dispuesta a mostrar aunque hayas peleado con la bruja, aunque tú padre esté lejos, aunque tengas que cargar con mis cambios de humor; me obligas a pensar que todo estará bien, que nos graduaremos en un par de semanas y nos mudaremos a la casa de tu abuela, para estar cerca de la universidad en la que aplicamos para entrar.

¿Me dejarás de querer si me rindo?

— Jamie — alzo mi mirada de la laptop y la cierro antes de que ella vea la pantalla — ¿qué? — ladea su cabeza provocando que algunos mechones rojos caigan sobre su rostro pecoso — ¿hoy tampoco me dejarás convencerte de leer lo que tanto escribes? — enarca una ceja con esa sonrisa que me dice "tranquila, no te presiono".

— Es mi diario, no un libro digno de admirar — guardo la computadora en mi mochila y me pongo de pie — ¿entraste al equipo de animadoras? — comienzo a caminar a su lado y ella bufa negando con la cabeza.

— No quiero entrar a esa universidad y menos como animadora, la bruja del mal dijo que tenía que hacer las pruebas, no que tenía que hacerlas bien — llegamos a mi casillero y su rostro se oscureció, no tenía que voltearme para saber lo que decía — son unos malditos — masculla entre dientes.

"Zorra"

Abrí el casillero y saqué un pañuelo con alcohol y lo limpié, no era la primera vez que pasaba, tampoco sería la última.

Si vieran mi pasado desde que tengo memoria hasta el día de hoy, no les cabría la menor duda de que mi peor error fue enamorarme de Kai Pierce.

Un par de meses atrás yo sólo era una mancha en la escuela, nadie me notaba, si no fuera por Livy y su creciente círculo de amigos, nadie sabría de mi existencia. 

Kai era el típico chico atractivo y amable, el jugador de lacrosse, el de brillante futuro en el deporte, el que siempre tenía una mano extendida a quien lo necesitara... y por desgracia, yo no fui única que notó lo increíble que era.

¡A la mierda las etiquetas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora