Dos semanas pasaron desde nuestra primera cita, les mentiría si les dijera que no he pasado como tonta sonriendo cuando lo veo de lejos en los pasillos o cuando nos mandamos cortos mensajes de buenos días y esas cosas que hacen las parejas en la televisión.
Cuando el conejito les contó a Jane y a Jude sobre la cita de la que no regresé sino hasta el día siguiente, las tres me atacaron con preguntas demasiado específicas. Nunca me habría imaginado a mi misma en la escena de la habitación con un trozo de pizza en la mano rodeada de otras féminas, y Wyatt, con mascarillas de aguacate en la cara mientras les contaba cuan perfecto había sido todo.
Porque lo fue, aún con mi estupidez.
— Chase, baja de la nube — Lander chasquea los dedos en mi cara volviéndome a la realidad y su feo rostro aniñado me muestra una mueca burlona — consultas, de nuevo — mi felicidad se va al caño.
— ¿Qué? — se ríe por el tono decepcionado de mi voz mientras se aleja, sólo quedaba yo en el pasillo obstruyendo el paso.
Diablos, no me di cuenta cuando los demás se fueron.
Llegué a la aburrida sala compartida de consultas, la verdad, no podía ocultar mi molestia, soy de la mejores en cada clase, modestia aparte, mi promedio le parte el trasero al de Lander y él está no sé donde de seguro viendo como trasplantan órganos, ni hablar de Jenkins.
¿Por qué el doctor Harris me enviaba a limpiar raspones?
— Practicante — me acerco a la enfermera que me llama sin siquiera mirarme — atiende la camillas 5, 6 y 11 — señala los lugares a como los va diciendo y luego se marcha para atender ella a sus pacientes.
Hermoso.
Respiro hondo y coloco una sonrisa en mi rostro antes de dirigirme a la camilla cinco y apartar la cortina.
— Buenas tardes — murmuro tomando la tabla de información del paciente y un lapicero para llenarla — ¿puede decirme a qué... — mi voz se traba cuando alzo la mirada y me encuentro de frente a la princesa lentes de sol sentada cómodamente de lado en la camilla — Rose — hasta yo me sorprendí de lo ahogada que soné.
— ¿Olivia? — ladea su cabeza y sonríe un poco — eres tú, ¿cierto? — pico mi mejilla con el lapicero por si acaso lo estuviera imaginando, pero no.
— Sí, soy yo... tienes buen oído — apoyo la tabla en mi brazo mientras escribo su nombre en el espacio en blanco.
— Con eso compenso mi falta de visión — bromea quitándose los lentes de aviador — no sabía que ya estabas ejerciendo — los deja en la camilla y acomoda la falda de su vestido con sus delicadas y perfectas manos.
— Estoy de practicante — hago una mueca que obviamente no nota — ¿a qué vienes, Rose? — juego con el lapicero esperando a que hable ya que se toma su tiempo.
— Me duele la cabeza y decidí venir, una farmacia no es tan segura pero tampoco quería asustar a Drake y que llamara a mi madre — me congelo.
¿Por qué asustaría a Drake?
¿Estaba con él?
¿Por eso no lo vi hoy?
¿Por qué demonios me importa tanto como para sentir náuseas?
— ¿Te duele por alguna razón que ya sepas o prefieres que llame a un médico con experiencia? — hablo tan rápido que me parece impresionante que lograra comprenderme.
— Tengo una fuerte migraña, siempre me dan aspirinas para aliviar el dolor pero no hacen mucho — su nariz se arruga un poco mientras masajea sus sienes y suspira — tengo náuseas y el sonido del mundo me está volviendo loca — se ríe de esa forma tan delicada que haría quedar como mendiga a cualquier princesa Disney.
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¡A la mierda las etiquetas!
RomanceOlivia Chase es una chica alocada y divertida, muy distraída en cuestiones sociales, pero una genio en la universidad. Drake Lewis es apartado, poco amigable, serio y de rasgos duros. Pero por alguna razón, cuando un profesor los une para que ella l...