Carolina
En el pasado
Tamborileo los dedos contra mi mesa de estudiante mientras mis pies se mueven ansiosos debajo de esa misma mesa. Con un muy alto nivel de desesperación solo espero que esta clase termine ya. Veo los labios de la profesora moverse mientras habla sobre un tema de historia que, estoy demasiado interesada en querer salir corriendo por esa puerta, para prestar atención.
No es que no me guste la escuela, soy excelente estudiante, por lo que sí amo estudiar, y me considero de ese grupo medio de estudiantes que no tiene que esforzarme demasiado para sobresalir en clases. Soy incluso una de las mejores de mi salón, por ello mi promedio es diez en casi todas mis materias. Al decir casi, es porque al menos en una de mis materias no soy brillante, siquiera me puedo llamar buena. Estoy hablando de matemáticas, pues no consigo tener una buena relación con esa materia ni aunque lo intente con todas mis ganas.
Pero para suerte mía, tengo a alguien que es un genio en números y es quien me ayuda, un poco, a entender ese enredo de números que con mucho trabajo logro comprender, y es él justamente la razón por la que quiero salir huyendo de esta clase cuanto antes.
Sigo con el tamborileo de mis dedos contra la superficie de la mesa mientras una mano descansa contra mi mejilla rubia.
«Que termine ya de una buena vez o me finjo con dolor de panza y tener un buen pretexto para escapar» medito, y para mí buena suerte se escucha la canción más linda que he escuchado jamás.
—Muy bien jóvenes, esto es todo por el día de hoy. Hasta mañana y no olviden...
Quizá quiso decir no olviden traer sus tareas o yo que sé, pero no lo escucho porque ya estoy saliendo con rapidez por la puerta colgando mi mochila a mi espalda, en tanto escucho el alboroto de mis compañeros a mi espalda.
Me encuentro ansiosa por verlo mientras tanto camino hacia la salida del colegio donde sé él está esperándome como casi todos los días. Nunca me falla.
Disminuyo el paso, caminando más despacio ahora, ya que llevo un labial y un espejo en la mano, evitando tropezar con el séquito de estudiantes en el centro que caminan despavoridos. Me quiero ver linda para él y nadie puede culparme por ello. Deslizo el labial rosa por mis labios dejándolos brillantes y queriendo quitar la palidez en mis mejillas les doy un leve pellizco a ambas. Bien, soy un poco demasiado blanca para mi gusto.
Estoy contagiada, sufro los efectos de una enfermedad para la cual no existe cura, pues nadie en medicina puede especializarse en los problemas del corazón del modo que yo lo siento.
— ¡Ey!, oye nena, fíjate —me dice una chica con la que en mi intento de arreglar mejor mi cabello sin dejar de caminar chocamos de frente.
—Uh, lo siento —me disculpo, apenada.
ESTÁS LEYENDO
Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.