Iván
Me paseo por la sala, recorriéndome las hebras de cabello negro con mis dedos, sin poder evitar estar nervioso.
Echo un vistazo al reloj de pared de la sala. La hora que es logra que aumente mi desesperación y ansiedad. Es casi media noche y Carolina aún no vuelve. Ya es tiempo de que estuviera volviendo de casa de su padre. Me preocupa que ande por las calles a estas horas, podría pasarle cualquier cosa y yo no resistiría si algo malo le sucediera. Mas, para suerte y alivio mío, cuando estoy al borde de la desesperación la puerta es abierta, escucho sus tacones sonando contra el parqué y su aroma me rodea completamente.
La veo, encontrándome con sus ojos azules y mi corazón, angustiado, respira.
No puedo evitar preocuparme por ella, cada segundo, minuto y hora del día y más si está lejos de mi vista. Sé que Carolina es una chica muy fuerte. Sé que es valiente y guerrera. Sé que no es la mejor definición de fragilidad, pero aun así, cuando se trata de ella, no logro evitar ser un sobreprotector.
—Carolina, estaba preocupado —musito, acercándome a ella y rápidamente la atrapo entre mis brazos, abrazándola tan fuerte, como si llevara algunos cien años sin verla y ciertamente así se siente cada vez que la tengo lejos de mí.
Beso suavemente el hueco entre su hombro y cuello. Siento como se le erizan los pelos en esa área. Amo tanto la forma en que reacciona a mí y su olor a vainilla y coco que ya descubrí que no es ningún perfume en específico, es su acondicionar para lavar su cabello el que huele así.
—Me imaginé que te preocuparías con lo sobreprotector que eres cuando se trata de mí, pero yo estoy aquí, cielo. —Me alejo para mirarla a los ojos y le rodeo las caderas con mis manos y la pego a mí—. La casa de mi padre estaba muy lejos, por ello me tardé en llegar aquí.
Le robo un beso a sus labios, después termino tomándola en mis brazos, me acomodo sobre el sofá y la ubico sobre mi regazo. Con sus delgadas manos rodea mi cuello y con las mías rodeo sus caderas.
—¿Cómo te ha ido? Cuéntame —quiero saber, reflejándome en sus ojos azules.
Mi muñeca rubia sonríe y creo que eso es un indicio de que las cosas han ido bien sin necesidad de que abriera la boca, pues lo noto en su mirada. Ella estaba muy preocupada de su padre rechazándola, razón por la cual se tardó tanto en decidirse a enfrentarlo.
Para ser honesto tratándose de esa mujer, no me sorprendió que Carolina fuera hija de otro hombre y no del que Camila le hizo creer. De una mujer que es capaz de abandonar a su propia hija a su suerte por irse detrás de fortuna, sin importar en lo absoluto lo que fuera de ella hasta años después cuando parece que le removió la conciencia, aunque nada puede cambiar, se puede creer cualquier cosa. Aun así, lo que no me esperé es que fuera hija de Valentino Leister y que ello la uniera a Aimée Andretti, la chica que...
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.