—Aquí estoy, vine en cuanto me llamas, ¿qué sucede, Caro? —me dice Ariella, entrando en mi casa, la llamé en cuanto Iván salió de acá y no dudó en acudir a mi ayuda. Es tan buena amiga.
Necesitaba hablar con alguien y ese alguien era mi prima.
Aún continúo alterada por la visita de, Iván. Todo lo que me dijo me dejó en una estela de confusión que no sé qué hacer con ella. ¿Debería estar feliz porque después de todo me dijo lo que he estado esperando por tantos años; me dijo te quiero y amándolo como lo amo, me era muy fácil haber caído en sus brazos con todas esas palabras que me dijo? Quizás, pero no puedo hacer nada con el miedo que tengo a creer en sus palabras, dejarme llevar por mis emociones, mi deseo por él y terminar incluso más lastimada de lo que estoy ahora por su causa. No sé si él por tanto que lo ame merece que corra ese riesgo.
Te quiero.
La palabra no deja de repetirse en mi cabeza una y otra vez.
—Estoy tan confundida ahora. —Llevo dos dedos a mi frente, masajeando el principio de un fuerte dolor de cabeza que se me aproxima, por todo lo sucedido hace apenas unos minutos—. Él estuvo aquí, Ariella.
Mi prima, con un moño mal hecho que se nota se hizo a toda prisa, sin maquillaje; aunque ella es tan hermosa que no lo necesita, frunce el ceño sin comprender de qué hablo.
— ¿Él quién?
Tomo varias inspiraciones profundas, tratando de tragar el nudo de emociones que se me ha acumulado en la garganta.
—Iván —suelto su nombre, Ariella por su parte abre mucho sus ojos marrones.
—A ver, ¿cómo que, Iván? ¿Que acaso él no está en Italia?
Sacudo mi cabeza en negación, dejándome caer sobre mi sofá, mis manos frías y temblando.
—No, Iván ha vuelto, Ari. —La cuando se acomoda junto a mí en el sillón—. Está de regreso en Miami y estuvo aquí hace apenas unos minutos. Se acababa de marchar cuando te marqué.
Ariella hace silencio por unos segundos, dejando caer la espalda sobre el sofá y cruza sus manos contra el pecho.
—Vaya, así que mi primito ha vuelto. —Asiento con un suspiro, me mira fijamente—. Y dime, ¿qué te dijo que te ha dejado de semejante forma, tan nerviosa y alterada, Carolina?
Paso la punta de la lengua por mis labios, arrastrando mis manos sudadas una y otra vez por mis piernas en un gesto nervioso, ansioso.
—Él me dijo muchas cosas, pero entre ellas me dijo algo que no sé si creerle —le digo, mirando un punto fijo en mi pared—. Estoy convencida de que lo hace por lástima. Aunque él me quiso hacer creer que no era así yo no puedo evitar pensar que sí.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.