Capítulo 16

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Carolina

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Carolina

— ¿Te volviste loca, Carolina? ¿Cómo te atreves a golpearme? ¿Quién te crees para?...

Su grito resuena por toda la estancia, salvaje, agresivo y probablemente con la sangre tan o más ardiente que la mía; veo como ardían sus dos orbes oscuros, pero no me arrepiento de haberle pegado, las tenía bien merecidas.

Cierro mis manos adoloridas por las dos cachetadas que le di en puños a mis costados, con la sangre tan ardiente dentro de mí que siento como quema.

Tomo varías inspiraciones profundas intentando, en vano, calmarme.

Yo entiendo que este asustado... asustado. Comprendo que todo para él sucedió como un mal chiste; de un día para otro le llevan una bebé recién nacida a la casa y le dicen que es su hija y que debe hacerse cargo, entiendo el hecho de que sea muy reciente y puesto que no lo esperaba no sé cómo enfrentar la idea de ser padre, más aún, sin estar listo para ese papel, pero, ¿querer darla en adopción? No, eso no lo entiendo para nada, eso es cobardía.

Sé que él no es toda dulzura con la niña. Hace dos días atrás en la celebración del cumpleaños de mi tía Amelia y convivencia familiar, yo misma había insistido hasta que me salí con la mía y logré que tomara a Aitana en brazos, dándome cuenta, que contrario a lo que yo esperaba si la tenía en brazos, la bebé no provocó ninguna ternura en Iván. No causó ninguna emoción como aquella que un padre puede sentir por su hijo, se proyectó en sus ojos ni en su rostro. Es que de hecho la miraba como si fuera un bichito raro y no su hija...

Me dolió darme cuenta que esa niña era una parte suya e Iván no lograba quererla, pero aun así, me convencí de que solo fuera cuestión de tiempo para que la bebé, tal cual lo hizo conmigo y con toda la familia, lograría ablandar el corazón de su padre con su ternura y dulzura. Es tan preciosa y delicada que te pierdes mirándola y no puedes apartar la mirada de ella. Sin embargo, que error el mío pensar aquello de que Aitana se robaría el corazón de su padre, ahora veo que lo único que sucedió fue que ese... idiota cobarde quiere deshacerse de ella.

— ¡¿Tú quién te crees para hacer algo como lo que piensas hacer con tu propia hija, Iván?! —grito yo también, cargada de furia y eso que no soy precisamente del tipo de personas que gritan, pero ese momento estoy demasiado molesta para hablar de otra manera, mis mejillas rubias las siento arder—. ¿Desde cuándo te volviste tan frío e insensible? ¿Desde cuándo tú...?

—¿Sabes quién me creo, Carolina?—Iván escupe exasperado y nervioso en partes iguales, con la marca de mis cachetadas en sus mejillas morenas—. Me creo el que no pidió esa mierda de ser padre en su vida y por tanto no le interesa. Tanto como si me condenas por esto, tanto como si consigo que me odies más de lo que ya lo haces por esta decisión que he tomado... tanto como si piensas que soy un idiota cobarde y probablemente lo sea, no pienso cambiar de opinión al respecto en mi decisión... Acúsame de lo que quieras ahora, pero de igual forma daré a la mocosa en adopción a quienes puedan ser mejores padres para ella que yo y que por supuesto sepan quererla...

Tú, Eternamente tú© ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora