Capítulo 20

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Carolina

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Carolina

Estoy temblando de pies a cabeza.

Los latidos de mi corazón continúan frenéticos, lastimándome duramente en el pecho y respirar se ha convertido en mi peor batalla, e intentar hablar mucho más.

Estoy completamente muda e idiotizada.

Tenerlo aquí, en mi casa y tocando mí piel después de echarlo de menos por tantos días es más de lo que mi pobre corazón puede soportar, más aún, si sus manos están tocando mi cuerpo y aunque gracias a mi sudadera no puedo sentir a profundidad el toque de su mano en mis brazos, igual se siente como si me traspasara la tela y me quemara, más allá de la piel, logrando hacerme sentir un calor tan intenso que me siento arder...

—Carolina...

Mi nombre saliendo de sus labios, consigue darme las fuerzas necesarias para reaccionar al instante y salir de su toque. Me alejo todo cuanto puedo de él, de su olor que me marea y aturde en partes iguales, pero no soy capaz de decirle ni una sola palabra aún, aunque lo intento abriendo la boca mis labios vuelven a caer cerrados. Iván por su parte desliza su imponente cuerpo dentro de mi casa, cerrando la puerta tras de sí y sin pedirme permiso para entrar, solo entra sin que yo se lo impida... Estoy demasiado nerviosa para hacerlo de todos modos.

Él me mira, indeciso. Trago duro, abriendo y cerrando mis manos en un gesto nervioso.

—Tengo muchas cosas que decirte, Carolina. Quiero... decirte tantas cosas ahora que la verdad no sé cómo empezar —suena su voz. Me mantengo en silencio mientras veo como sus ojos me estudian, calentando cada parte de mí... Mira más fijamente mi rostro, concentrándose en cada una de mis facciones y una sonrisa que se me antoja tensa, baila en sus labios masculinos antes de agregar—: Estás hermosa estas esta noche. Bueno, tú siempre luces perfecta en todos los sentidos.

De mis labios quieren salir muchas cosas, tantas que parecen acumularse todas en mi garganta y siento como me ahoga; es como un yugo que no permite que nada salga, aun así, después de tomar tres inspiraciones profundas, prácticamente le ruego a mis labios soltar palabras. Lo consigo por fin.

Confundida me pregunto, ¿qué pretende? ¿Qué quiere aquí después de que nada más saber la verdad que tantos años llevaba buscando de mí, simplemente esa misma noche desapareció sin más?

—Te fuiste después de que insististe tanto por saber la razón por la que hace años te saqué de mi vida; una de ellas porque hay bastantes para ser franca, y ahora, después de semanas, vienes y te presentas aquí en mi casa a esta hora como si nada hubiese pasado, Iván Forter. ¿Qué quieres?

Se siente como si fuese un reclamo y la verdad es que es así, a él por su parte, lo escucho inspirar una y otra vez.

—Yo sé que no fue la mejor manera de hacer las cosas... —Iván dice, perdiendo la vista no en mis ojos, más bien en un cuadro que cuelga en la pared de mi sala, sus manos guardadas en los bolsillos de sus vaqueros—, pero a mi favor puedo decir que tuve mis razones para irme, Carolina.

Tú, Eternamente tú© ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora