Carolina
Estoy en Italia, y decir que no me gusta la idea de estar acá sería mentira absolutamente, me encanta.
Sabía que era un sitio hermoso, lo había visto en revistas y páginas en internet, pero nada como verlo personalmente y quedé completamente enamorada. A mí me gusta conocer lugares aunque no viaje mucho, primero está mi fobia a los aviones y segundo, que no cuento con el dinero suficiente para darme esos gustos, pero como tengo la suerte de tener un novio multimillonario que además me trajo en avión privado, pues aquí estoy.
Lo poco que vi desde el aeropuerto hasta esté lugar que más que casa parece un palacio de lo grande y hermosa que es, me encantó y no puedo esperar para salir el día de mañana a conocer más lugares como Iván me prometió. Si ya me arriesgué a subir en un avión con la fobia que le tengo a ese aparato al menos deberá valer la pena. Ya lo creo que sí.
En cuanto al abuelo de Iván, Adoré conocerlo, es un señor muy amable y dulce.
Está loco por Aitana, lo cual no me sorprende en lo absoluto. Mi niña tiene la capacidad de derretir hasta el corazón de un iceberg.
Por otro lado, me dio tristeza con Iván, pude sentir su propio dolor e impotencia cuando entró a esta casa. Él podrá ser duro para muchas cosas, pero no para superar el dolor por lo de su madre.
Lamentablemente esas son situaciones que nunca se olvidan y yo sé de lo que hablo. Llevo años intentando olvidar todo lo que viví con ese hombre que se hacía llamar mi padre, queriendo borrar de mi memoria la noche que Camila se fue, pero no he podido, en ocasiones puedo cerrar los ojos y ver todo tan presente que pareciera que los años no pasaron. A veces quisiéramos tener insertado un botón en la cabeza que dice: delete, así como en las computadoras, presionas y se borra todo, específicamente lo que no queremos recordar, lo que duele, lo que lastima, lo que quema. Sin embargo, tristemente, no tenemos forma de computadora.
Y hablando de esa cosa que me dio la vida solamente y es lo único que creo debo agradecer, estaba convencida de que debía prepararme para volverla a ver después de aquella llamada. Que luego de años de, inconscientemente, preguntarme qué habría sido de su vida, si estaba muerta o viva, ella volvería para darme las respuestas que necesito y contestar una de las preguntas más importantes que me he hecho por años, ¿por qué me dejaste mamá? Sin embargo, los días pasaron y ella no apareció.
Lo curioso es que no importa cuánto duela quiero volver a verla por una sola razón: necesito respuestas a mis preguntas. Estoy a la expectativa y preparándome mentalmente para ella si decide realmente aparecer. Camila ya no puede hacerme más daño del que me hizo, no la quiero, lo odio con todas mis fuerzas y aunque sé que es un sentimiento muy feo y quizás ni eso se merece de mí, que envenene mi corazón con tanto rencor, no puedo evitar despreciarla.
Es una maldita cobarde.
Meneo mi cabeza y decido dejar de pensar en ella, poniendo pasta dentífrica en el cepillo para un segundo después meterlo en mi boca y lavarme los dientes. Un momento más tarde he terminado, aclaro el cepillo y lo coloco en su lugar.
Es la hora de la noche, el día terminó en un parpadeo, llegó la hora de dormir y estoy saliendo del baño después de haberme dado una ducha.
Como no tengo ropa que ponerme para dormir me había tenido que conformar con una de las camisetas de Iván, la cual me llega apenas a mitad de muslos y uno de sus bóxer. Todo porque el señor se le ocurrió la grandiosa idea de un viaje de improviso. Pero sonrío a pesar de todo. De igual forma, se siente bien estar aquí con él.
Suspiro.
Al salir lo encuentro ya sobre la cama. Tiene la cabeza recargada sobre una almohada, ese pecho exquisito al aire y el cabello un poco revuelto, su olor a jabón de ducha me acaricia las fosas nasales ya que unos minutos antes de mí él se había bañado también. Estaba tecleando algo en su teléfono móvil cuando aleja la vista del aparato y me ve. En seguida toda su atención está puesta en mí y aunque estoy prácticamente desnuda no siento pena, no con él.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.