Carolina
Alejo la vista del computador, retirándome de los ojos los anteojos de lecturas que suelto sobre mi escritorio. Recargo mi cabeza contra el cabecero de mi asiento, girando la silla giratoria y de ese modo puedo mirar a través del ventanal, escuchando el barullo de la ciudad desde la quinta planta donde queda mi oficina.
Tres inspiraciones profundas escapan de mis labios mientras pienso en Iván y lo que sucedió hace apenas una hora en la entrada de la empresa. Mordisqueo la uña de mi dedo meñique.
No debió sorprenderme que él no se percatara de que había besado a León para molestarle, porque puestos a ser francas fui muy obvia, ¿no? E inmadura también. Eso me hace acordar aquella vez que besé a aquel chico en la puerta del colegio para joderlo, tal cual.
Una sonrisa a la cual no sabía qué nombre darle se apodera de mis labios. Es que de hecho casi estoy conteniéndome para no queriendo a carcajadas.
Es un idiota, un completísimo idiota.
Iván no solo se creyó con el derecho de pedirme explicaciones sobre el porqué de mi beso con León, cuando él no tiene ningún derecho a hacerme esa clase de preguntas. No hay nada entre los dos ni creo que suceda en un futuro, también el señor prostituto se puso rojo al verme con él.
Estaba que estallaba de los celos. Pude ver como presenció la escena rabioso por lo que veía y yo estuve bastante feliz de sentir las ganas que tenía de matar a León. Por suerte la bestia que yo sé que es, la contuvo y en su lugar entró a la empresa antes que nosotros y nos dejó allí.
Se pone enfermo de los celos cuando me ve con otro hombre, pero si él supiera lo mucho que me rompe verlo con otras mujeres.
Si tan solo fuera una, pero son tantas.
Inhalo.
Me dijo que yo le gustaba, pero eso siempre lo he sabido y la razón por la cual en lugar de hacerme feliz duele, es porque estoy tan clara de lo único que el señor desea de mí y no es lo que yo quiero. Suspiro mientras pienso que si yo fuera otra clase de estúpida enamorada, de las que toman lo poco que le da un hombre tan solo porque lo ama, hace mucho tiempo y con estos sentimientos que siento por Iván, habría caído en sus garras y nada me libraría ahora de ser una de las tantas que se acuestan con él y luego las desecha como es su pasatiempo favorito. Y me alegra no serlo. Me alegra ser consciente de que yo me merezco más que ser un polvo de una noche de un mujeriego. Valgo demasiado como mujer para rebajarme a tan poco.
Nunca seré la follada de una noche de un hombre y menos de Iván Forter por más loca que este con él. Jamás me verá arrastrarme por él, aun muriéndome porque se apareciera en mi oficina en este momento y me dé un beso que me robe el aliento, ese con el cual no he podido dejar de soñar por tanto tiempo.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.