Capítulo 39

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Iván.

Si dijera que no me dolió como la mierda la manera en como Carolina me había echado de su casa estaría mintiendo. Me había dolido tanto que lo sentí como si en realidad en lugar de cerrarme la puerta en la cara me hubiera dado una paliza. Sin embargo, la amo tanto que la perdono una y mil veces.

Mis dientes chirrearon, la furia recorriendo todo mi torrente sanguíneo.

El que se enterara por otra boca y no la mía fue lo que pudrió todo sin darme la oportunidad de decírselo como lo tenía planeado.

Maldita Camila por habérselo dicho ella y no yo, y maldita también porque sé, me imagino, cuánto daño ha causado en Carolina su jodida aparición.

—Mi intención nunca fue hacerle daño, lastimarla de alguna manera. Lo único que yo quería era protegerla, Ethan —hablo con mi primo—. Actúe movido por el amor que siento por ella.

—No siempre cuando hacemos cosas por amor quiere decir que la hallamos hecho de la forma correcta, Iván. El amor no debe servir para justificarlo todo, lo sabes —dice, teniendo razón, fue lo mismo que me dijo, Carolina.

Me siento detrás de mi escritorio con Ethan frente a mí. Al no haber tenido otra opción que abandonar su casa había decidido venir a la empresa a cumplir con mis obligaciones como director financiero. Trabajar un poco me ayudó a poner la cabeza en otro lado y así haber mantenido la distancia por unas horas mientras dejaba que esa fiera que me lanzó fuera de su casa hecha una furia, se calmara. De mis labios se escapa un suspiro, sintiéndome impotente. Lo que más me duele de esta situación es saber que Carolina está mal por la visita de esa mujer, lo puedo sentir, sin embargo yo no estoy ahí para abrazarla, besarla... para apoyarla en su dolor.

—Eso mismo me dijo ella: que el amor no sirve para justificarlo todo. Como te dije se enojó por la mentira y porque de cierta forma, errónea, traté de controlar su vida —expreso, cepillándome con dedos nerviosos los cabellos. Hoy el día empezó como la mierda y tengo miedo de que terminé de igual forma—. Por ahora decidí darle su tiempo a que se calme, aunque lo que menos deseaba era dejarla sola después de haber recibido la visita de esa mujer, pero me echó de su casa y no me quedó de otra que marcharme, incluso le insistí por más de media hora para que me abriera la puerta, nada.

Ethan sonríe.

—Sabes de sobra que Carolina no es una mujer acostumbrada a que le manejen la vida, Iván —establece con palabras verdaderas—. Además, tienes que entender una cosa, aunque tú la veas frágil, a mí me parece que esa rubia es una de las mujeres más fuertes que existen en este mundo; hay pocas como ella y la admiro mucho, siempre lo he hecho. Con todo lo que ha pasado en la vida y con cada golpe que recibe sabe cómo levantarse y lucha por salir adelante como una gran guerrera. Tienes una joya a tu lado y es un gran motivo para que un hombre se sienta muy afortunado.

Aspiro aire convencido de la veracidad de sus palabras.

Yo me empeño en ver a Carolina como una niña frágil, tal y como él dice, y quiero protegerla de todo, pero la verdad es que ella es incluso más fuerte que yo.

—Lo sé, por eso y por muchas cosas más la amo, Ethan. Y sí, estoy tan orgulloso de ella y ahora comprendo que hice mal en mentirle y tratar de contralar lo que debe suceder o no en su vida, como la presencia de esa mujer que lo único que quería evitar era que le hiciera daño —reconozco, Ethan asiente con un leve movimiento de cabeza—. Comprendo que el que la ame no significa que intente sobreprotegerla la mayor parte del tiempo, no cuando sé que tengo una mujer tan fuerte como hermosa a mi lado. Como tú dices, es una guerrera que puede contra todo. Es imposible que no logre enamorarme de ella un poco más cada día desde que la tengo, ¿sabes?

Tú, Eternamente tú© ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora