Carolina
—¿Puedo acompañarte, preciosa?
Elevo la vista de mi celular que uso mientras almuerzo y me encuentro con León detenido frente a mi mesa, una bandeja con su comida del día está en sus manos y me brinda una amplia sonrisa, que me encuentro devolviéndole.
—No tienes que preguntar, León. Siéntate, por favor —pido, dejando a un lado mi teléfono.
León se acomoda en la silla frente a mí y ubica su bandeja sobre la mesa. No es la primera vez que él se sienta almorzar conmigo, e Iván que justo ahora no se halla en la empresa después de haber salido a resolver unos asuntos de negocios por fuera, lo sabe, y aunque no le agrade mucho la idea, lo respeta y no me arma ninguna escena de celos, más que nada porque sabe que mi corazón es solamente suyo y de nadie más.
Un suspiro brota de mis labios y me pongo la mano en la mejilla. Hundo los codos en la superficie dura de la mesa y me olvido por completo del mundo real mientras me siento en el aire, como me he sentido desde anoche cuando perdí la virginidad en los brazos del hombre para el que siempre me guardé, y aunque ahora siento cierto escozor entre mis piernas y no puedo sentirme realmente cómoda ahí sentada, es el recordatorio de lo maravilloso que fue todo.
Y me pidió matrimonio.
¡Dios mio! Voy a casarme con él, seré su esposa y, si antes era feliz, ahora simplemente me siento que nada puede definir lo maravillosamente bien que estoy sintiéndome, pero sé, sin lugar dudas, que la felicidad está en mis manos y que nada ni nadie podrá arrebatármela.
Tengo una sonrisa de tonta en mi cara ahora, y no creo dejar de tenerla en mucho tiempo.
Aunque la verdad, es que cuando me pidió ser su esposa por un momento creí que estaba bromeando, pues bien se sabe que la idea que tenía Iván era de no casarse nunca. Lo recuerdo diciéndome hace meses atrás que Ethan era un imbécil por haberse enamorado de nuevo después de haber sido lastimado, mas, asimismo, se sabe que ese hombre de ayer y el de hoy son totalmente distintos; uno que solo solía tener miedo a enamorarse, pero que perdió ese miedo completamente y se ha entregado a mí en cuerpo y alma, tanto como lo hice yo de él. Y ahora en lugar de dos almas somos una sola unida por el gran amor que sentimos el uno por el otro, un amor que no estamos dispuestos a permitir intenten destruir.
Acepté ser su esposa porque ya se sabe, era mi sueño, desde que tenía quince años y me enamoré completamente de él, soñé con ser su esposa y la madre de sus hijos.
Lo que alguna vez pareció imposible ahora es posible.
Por otro lado, la noche anterior que hicimos el amor y la mañana de hoy cuando lo volvimos a hacer, estuvimos tan perdidos en nuestro placer que no nos preocupamos por usar una media de protección para prevenir un embarazo y yo jamás he tomado píldoras anticonceptivas. Sin embargo, esta misma mañana, Iván se apareció en mi oficina con una pastilla de emergencia que es buena tomar en esos casos y me pidió tomarla.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.