Capítulo 38 Parte (II)

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Iván

¿Qué había sucedido con ella?

Hace cuarenta minutos que la audiencia ha comenzado y Carolina nunca llegó. No llega. La llamé varias veces a su móvil; sonó pero ella no me contestó. También le envié varios mensajes de textos y nada, no obtuve ninguna respuesta. Y, en medio de la audiencia donde me hallo peleando por no perder la custodia de mi hija no puedo dejar de pensar en ella.

Ya perdí la cuenta de cuantas veces he mirado la puerta en esos cuarenta minutos para verla entrar y la desilusión y la desesperación me arropa al no verla llegar. ¿Por qué no llegó? ¿Por qué no llega? La única idea que entra a mi cabeza es que estaba tan cansada por el viaje que seguramente eso ocasionó que se quedara dormida. Eso tiene que ser porque de otro modo ella no me dejaría plantado adrede, pues le interesa tanto como a mí que Natalia no se salga con la suya y logre quitarnos a la niña, adora a Aitana.

¿Y si lo que sucedió fue que de camino hacia acá tuvo algún accidente de carretera? Niego cuando un dolor profundo ante esa suposición se asienta en mi corazón.

Deja de pensar tonterías Forter, seguramente solo se quedó dormida.

Decido concentrarme en el asunto que me tiene ahí. Es una audiencia privada donde solo nos encontramos seis personas: nosotros cuatro, la jueza y su asistente. Natalia habla en estos momentos. Al igual que yo se había presentado con su abogado, que a la vez es su marido.

Son un par de locos que quieren quitarme a mi hija, pero no sucederá, no lo pienso permitir. No puedo fallarle a mi mocosa. Antes de salir de casa y dejarla llorando en los brazos de Nicole; porque no quería dejarme ir ya que se ha vuelto tan apegada a mí y me gusta mucho, le prometí que papá iba a darlo todo por ella, que no permitirá que nada ni nadie nos separe.

Christian Price, quien se halla sentado a mi derecha y el abogado de la familia que solicité me acompañara en este proceso, me había pedido mantenerme tranquilo, puesto que a menos que ella demuestre que soy incapaz de hacerme cargo de mi hija ningún juez me la quitara a mí para dársela a Natalia, no cuando es la tía y yo el padre.

Quiero confiar en sus palabras e intento, por imposible que parezca, mantenerme tranquilo y en calma.

Natalia expone sus puntos a la jueza que nos asiste desde su estrado. Explica casi lo mismo que me dijo a mí aquella vez que se presentó a mi casa tratando de recuperar a Aitana como si fuera un objeto que cedes como un préstamo y puedes recuperar en el momento que deseas. Explica, con lágrimas de cocodrilo haciéndome voltear los ojos por su drama, que la muerte de su hermana la había dejado devastada y que por ello cometió el error de entregarme a la niña, repitiendo el mismo cuento. Patética.

—El perderla fue un golpe demasiado fuerte para mí. No perdí a una hermana sino a una hija y me costó tanto recuperarme de esa dura pérdida. Sé que nadie la obligó, fue su decisión y aunque dolió mucho perderla, ahora me siento tan orgullosa de mi Lucille. Ella amó tanto a su niña que dio su vida a cambio de la suya. Yo... le prometí a mi hermana que cuidaría de su hija y para ello necesito tenerla a mi lado, a nuestro lado —Mira al hombre a su lado, tomado su mano entre la suya—. Nosotros podemos darle a Aitana todo lo necesario para que crezca como una niña feliz.

—¿Y es que acaso yo no puedo dárselo? A Aitana no le falta —hablo, mi voz saliendo en un gruñido y harto de su drama.

¿Por qué si quiere una hija no la trae al mundo de su propio vientre? ¿Por qué querer venir a quitarme a mi niña? Estoy tan rabioso y odiándola como nunca odié a nadie en mi vida. ¿Por qué no pensó en esa puta promesa cuando fue a mi casa y prácticamente me tiró la niña encima y se fue? ¿Ah? La detesto. Christian, a mi lado, me susurra mantener la calma y asiento en respuesta.

Tú, Eternamente tú© ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora