Carolina.
La fiesta había sido increíble. Me la había pasado en grande, más aún, después de que Aimée se fuera y no tuviera que ver su cara de odiosa en mi propia fiesta mirándome siempre con repugnancia y creyéndose mejor que yo. Y lo que le dije, una parte fue para fastidiarla un poco, pero el que no perderé mi tiempo siquiera odiándola porque eso sería darle más importancia de la que esa odiosa e insufrible se merece iba totalmente en serio.
Ella no merece ni mi odio.
Me encantó darme cuenta que no todos los miembros de mi familia paterna son como ella. Es como si Aimée fuera una intrusa en medio de todos, puesto que es la única con actitud arrogante y creída de todos ellos. Ainhoa sobre todo me cayó muy bien. Es una chica muy simpática y dulce, también Heidi, Lucrecia y los chicos no se quedaron atrás, nada que ver con mi otra prima. Pero, ya no le daré ni un solo de mis pensamientos siquiera para odiarla, como bien ya dejé claro.
Me paso la mano por la frente, masajeándomela con dos dedos.
Menos mal que no voy a manejar, porque de lo contrario tendríamos que agarrar un taxi. No es que haya bebido mucho, solo lo suficiente para divertirme en mi propia fiesta con mi padre, el hombre con el que voy a casarme, mi madre y hermana y una familia, que sin hacer preguntas, ni cuestionamientos, nada, solo me abrieron los brazos, dándome la bienvenida y me acogieron con cariño. El problema es que yo no sé tomar mucho y rápidamente un par de copas se me subieron a la cabeza, aunque no es que estuviera del todo borracha. Había parado las copas al sentirme mareada, de hecho.
Solo sé que quiero llegar a casa, deshacerme de la ropa, los tacones que me están matando después de bailar con Iván, papá, dos de mis simpáticos tíos y hasta con el abuelo, Jaime, y después de darme una ducha, puesto que me siento algo acalorada, acurrucarme en el único lugar donde realmente me siento segura y feliz, los brazos de mi futuro marido.
La velada ha terminado, después de horas maravillosas de diversión y me despido de todos entre besos y abrazos, como en el inicio, y ahora al finalizar ya fuera de la mansión lo hago de mi padre que nos ha acompañado hasta afuera para despedirse.
Y hablando de papá...
Él lució más contento de lo normal durante la velada y pude notar, era más que por mí. Lo pude ver feliz, alegre y además de todo, percibí como parecía no poder quitar sus ojos de encima de mi madre en casi toda la noche. Charló con ella, rieron, compartieron tragos y hasta bailaron. Yo creo que se gustaron y no me pareció malo en absoluto, un gran hombre merece una gran mujer a su lado, y sin duda Aurora Lander lo es. Yo sé que ella continúa en duelo por su fallecido esposo, puedo recordar lo mucho que lo amó, y sé que aun después de muerto lo sigue amando, mas, estoy segura que él, Lorenzo Lander, adoraría el hecho de verla rehaciendo su vida nuevamente. No tengo duda alguna.
Para agregar, durante un momento de la velada mi padre y yo habíamos tenido nuestra propia charla en la que intentó convencerme de las razones por las que debía llevar su apellido, no válidas para mí.
—Lo que te estoy diciendo es lo más lógico en estos casos, Carolina —me dijo, serio y firme—. Todo lo que yo tengo deberá pasar a tus manos cuando yo muera por ser mi única hija y heredera universal. Es bueno que lleves mi apellido para que nadie te robe lo que por derecho será tuyo.
—Papá, para mí sería un honor llevar tu apellido y presumirle al mundo que soy tu hija, pero no por lo que mencionas de que eso me convertirá en tu única heredera cuando mueras; en lo cual no quiero pensar ahora porque falta mucho tiempo antes de que te vayas de este mundo, eso quiero creer aunque sé, somos hijos de la muerte, pero necesito disfrutarte, necesito disfrutar al padre bueno y amoroso que tengo cuando creí era hija de un desgraciado —sostuve sus manos con las mías—. Lo que quiero decirte es que... a mí no me interesa tu fortuna ni ahora ni nunca. Yo te quiero a ti, no a tu dinero. Quiero besos, abrazos tuyos y nada más. Yo no poseo muchas cosas, sin embargo, para conseguir lo poco que tengo he tenido que ponerle muchas ganas, y seguiré haciéndolo para conseguir mucho más, pero con mi propio esfuerzo.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.