Carolina
A pesar de que no me siento del todo bien, mi cabeza continúa doliéndome horrible al igual que algunas partes de mi cuerpo y continúo teniendo tanto frio que me hace sentir helada, el calorcito bueno que siento por la presencia de mi hermana aminora cualquier malestar.
Estoy sentada sobre mi cama en posición fetal, y una sábana rodeándome el cuerpo.
Es bueno saber que Camila volvió, trayéndome malos recuerdos, inevitablemente, pero también algo bueno como Kiera a mi vida.
—Oh, es hermosa y adorable. Por favor, déjame tomarla —mi hermana dice entusiasta, y Aitana es colocada en sus brazos por Nicole, quien después de darle a la niña sale de la habitación, dejándonos solas—. Hola hermosa, soy tu tía Kiera, es un placer conocerte.
Kiera deja un beso en la frente de Aitana, la niña en cambio se queda mirándola fijamente muy seria con sus ojitos como preguntándose: « ¿Y esta quién es?» mientras mi hermanita no deja de sonreírle y hacerle mimitos en la carita. Sonrío, por suerte no llora, lo cual es buena señal.
A esta hora mi hermana debería estar en el colegio, pero me contó que después de lo que se enteró el día de ayer, no amaneció con ánimos de ir a clases y en su lugar vino a verme. En el poco tiempo que tuvimos de charla supe que había sido Bruno quien la trajo a mi casa, y que después de dejarla en la puerta de la misma se marchó con la promesa de pasar por ella más tarde. Cuando la vi, aunque me hizo broma en un principio debido a mi estado, pude notar sus ojitos tristes, nada de lo lleno de luz que estaban la tarde en que la conocí. Saber la verdad le ha afectado mucho como era de esperarse.
—Eres la bebé más hermosa que he visto en toda mi vida, Aitana —Kiera dice, alabando a la niña que continúa tranquila en sus brazos, y tomando una de sus pequeñas manitas se inclina para rozar su nariz contra la de la niña, entonces la bebé sonríe ampliamente mostrándole nada más que sus encías, lo que hace chillar a mi hermana—. ¡Por Dios, me ha sonreído, Carolina! ¡Me ha sonreído!
—Es la cosita más hermosa del mundo cuando sonríe. Yo sentí una sensación inmensa cuando me dio la primera sonrisa —comento, ya habiéndole explicado hace unos minutos atrás que Aitana no es mi hija biológica sino de mi futuro marido, pero que yo la quiero como tal.
—Me encantan los bebés —ella dice, mirándome antes de sentarse junto a mí en la cama, pero a cierta distancia con la niña en brazos—. Me recuerdo queriendo una hermana pequeña o un hermano con el cual jugar y cuidar, pero mi madre no logró volverse a quedar embarazada después de mí. O... no sé si lo evitaba. Ahora mismo, después de enterarme de lo que te hizo, no sé quién es esa mujer realmente. Se ha vuelto una completa desconocida para mí, ¿sabes? La creí capaz de cualquier cosa menos de abandonar a una hija que salió de su vientre de la misma forma que yo. Entiendo el hecho de que no puedas perdonarla. Yo en tu lugar probablemente tampoco lo haría, fue muy mala, fría y ambiciosa.
No hay más que tristeza en sus palabras y dolor en sus ojos azules cuando me mira con ellos, llorosos.
—Yo trato todo el tiempo de no odiarla de la forma en la odio —digo, tocándome el pecho adolorido—. He luchado año tras año para no sentir este resentimiento tan profundo que se siente como un veneno dentro de mí que me hace sentir enferma y no me gusta, pero me cuesta tanto detenerlo. No puedo mirarla a los ojos sin recordar aquella noche en que se fue. Es como si cada vez que la viera recordara el mismo frio, la desilusión y el abandono. No lo puedo evitar.
Se hace un largo silencio entre las dos, pero ella lo rompe.
—Es totalmente comprensible —Kiera dice, triste—. En mi caso estoy enojada, tan furiosa que no quiero verla en mucho tiempo y me estoy quedando con, Bruno desde el día de ayer. Me desilusionó, mi propia madre rompió mi corazón en pedacitos y no sé qué hacer con tanto dolor dentro de mí, sobre todo porque aun con mi rabia y mi dolor, no puedo evitar quererla con todo mi corazón.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.