El Paradise es un club muy distinguido y bastante exclusivo, en el que incluso te podrías encontrar famosos del momento pasando el rato, al igual que empresarios cargados de millones.
Es espectacular, aunque en mi caso no estoy acostumbrada a venir a estos lugares con mucha regularidad; clubes nocturnos donde la gente baila, bebe hasta perder la conciencia y se divierte como si el mundo se fuera a terminar el día después, luces de colores y música para reventarte los tímpanos.
Soy más de estar en casa encerrada comiendo helados—mi peor vicio aparte de los postres que hace mi madre, Aurora—leyendo historias cursis que me sacan lágrimas y sonrisas en partes iguales, además de ver películas igual de cursis y románticas en mis peores trapos, pero me siento bien esta noche saliendo de mi zona de confort, de lo típico de mí y divertirme un poco como la chica de veintitantos años que soy y no como una vieja de cuarenta que es como regularmente vivo, con la pena de decirlo.
Joselyn se tomó la molestia de pasar por mí a mi propia casa así llegaríamos las dos al mismo tiempo al bar.
Me bajo del coche cuando uno de sus guardias de seguridad nos abre la puerta y ambas abandonamos el vehículo, primero yo después ella.
Al llevar mis ojos hacia la entrada del club, me percato de la gran cola de gente que espera sea dejada entrar. A las afueras del club se pueden apreciar las luces de muchos colores que iluminan su moderna estructura por motivo de las fiestas navideñas.
Una sonrisa se desprende de mis labios.
La navidad es mi época favorita del año. Amo navidad aun cuando da tristeza en este caso en especial, ya que será una navidad que no tendré a mi padre Lorenzo conmigo, pero sé que él no querría verme triste sino verme feliz, así que cuando la tristeza por no tenerlo en mi vida después de darme tanto en tan poco tiempo se quiere venir adueñar de mí, me propongo suplantarla con los recuerdos bonitos y hermosos que poseo de él, trayendo hacia mí solo las cosas buenas que me dio en vida y las cuales siempre estarán en mi memoria.
Fue el mejor papá que pude tener y no importa si no me dio la vida lo amé y lo amo con locura donde quiera que esté.
Papá al igual que mamá solía meterse a mi cama en las noches cuando tenía miedo o las pesadillas me atormentaban, creyendo que él volvería por mí para seguir lastimándome y haciéndome daño, me contaba cuentos dulces e incluso podía recordar alguna canción que se inventaba para tranquilizarme. Más de una vez me dijo que estaba a salvo y que mientras él viviera nadie iba a lastimarme nunca más, no más de lo que lo habían hecho ya.
Un nudo se instala en mi garganta, queriendo hacerme llorar porque quisiera tanto tenerlo conmigo, pero sé que es tan imposible como creer que algún día yo podría perdonar a mi madre biológica si apareciera en mi vida, que lo dudo después de tantos años. Ni siquiera sé qué le diría si la tuviera en frente, pero probablemente le escupiría la cara por haber sido tan desgraciada y la responsable de que ese hombre...
Niego con la cabeza, empujando hacia dentro de mí todo aquello que me cause tristeza y me digo que es una noche para divertirme, no para ponerme triste con malos recuerdos. Está noche me quiero olvidar de todo, de mis padres biológicos, de cierto prostituto que atormenta mi existencia día con día y solo pasarla bien, porque puedo y me lo merezco...
—Antes que nada, ven, tomémonos una foto —me dice Joselyn, ya fuera del coche.
— ¿Una foto?
Ella asiente con el móvil en su mano, buscando lo que me parece sería la cámara de dicho teléfono.
—Sí. Es una foto por motivo de nuestra primera salida juntas, que espero que no sea la última, Carolina.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.