Carolina
Termino con la cena de esta noche a las 7: 30 y según mis cálculos León, conociendo yo que es bastante puntual, no debe tardar en llegar puesto que quedamos justo a esta hora.
La cena está servida en la mesa, unas truchas rellenas que debo presumir me han quedado deliciosas, pues soy buena en la cocina porque desde pequeña tuve que aprender a defenderme si no deseaba realmente morir de hambre, siempre y cuando, claro, hubiera algo que cocinar ya que mi padre solía gastarse todo en cervezas, León llegará y yo aún no estoy vestida para la ocasión. Huelo a comida y a sudor por haber estado al menos dos horas en la cocina.
Musa pasa por debajo de mis piernas, maullando y acariciándome la piel desnuda por los shorts cortos con su larga cola.
Se supone que la cena de esta noche iba a ser en algún restaurante, pero anteriormente León y yo habíamos hecho eso: cenar e ir al teatro incluso, al cine también por lo tanto, esta vez decidí que si volvíamos a comenzar y yo, en especial, quiero más que nadie que esto funcione debíamos hacer algo distinto, así fue como a última hora le pregunté si le parecía que yo hiciera la cena estaba noche y cenaremos aquí, en mi casa y él, contento y bastante dispuesto, aceptó más que encantado mi oferta.
Largo un suspiro, León será el primero que entrará aquí desde que me mudé, lo cual provoca que una corriente de nerviosismo me recorra toda la piel inevitablemente.
¡Voy a estar con un hombre a solas en mi casa, cenando en mi mesa y una comida que yo misma he comprado y pasado horas preparando para alagarlo!
Eso se escucha tan no propio de mí, yo tan tímida; en ocasiones, reservada y solitaria. La clase de mujer que después de todo lo que ha vivido no confía demasiado en las personas, no cuando he sufrido el abandono de la mujer que me dio la vida y por dentro estoy destrozada por causa de mi progenitor— aunque no lo deje ver—, pero ya no hay tiempo para arrepentimientos, muchísimo menos cuando mi invitado no tardará en llegar.
Tomo varias inspiraciones profundas, mirando la cena en mi mesa.
«Ya no te puedes echar para atrás, Carolina, lo hecho esta» me dice mi yo interior.
Me muerdo el interior de mi mejilla izquierda, pensando en lo que fui capaz de hacer hoy tan solo para joder a Iván. ¿A caso no fue inmaduro e infantil besar a otro hombre para molestarlo? Sí que lo fue, de alguna manera le estaba dando demasiada importancia cuando se supone que había decidido que intentaría sacarlo de la manera que fuera de mi corazón.
Si no te la has sacado en casi diez años Carolina, emite una vocecita molesta en mi cabeza.
¿De verdad crees que puedes olvidarte de Iván Forter así de fácil? Me vuelve a preguntar esa voz, dejándome con la pregunta de si mi destino es amar a un hombre que no merece mi amor, por lo que me queda de vida.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.