Carolina
—Esto se siente raro para mí, pero me gusta —Iván dice, mientras entramos al cine. Sus brazos están sobre mi hombro, el oliendo delicioso como siempre. Estuvo tres días de viaje y fue duro estar respirar esos días.
Elevo la mirada para verle. Aún viste el traje gris con el que fue a trabajar el día de hoy porque salimos directamente de la oficina hacia acá. Solo se despojó de la corbata y abrió los primeros dos botones de la camisa azul celeste.
—¿El que se siente raro? —pregunto, deteniéndonos, sonríe acariciando mis cabellos con ternura y esconde un mechón tras mi oreja.
—Venir al cine a ver una película con una chica. Nunca hice estas cosas.
Esbozo una sonrisa.
—Se siente bien saber que soy tu primera vez en esto entonces, Iván.
—Eres mi primera vez en muchas cosas, Carolina. —Besa la punta de mi nariz, sus manos acariciando mis mejillas y dándome una dulce mirada—. ¿Te dije hoy cuanto te adoro?
Termina las palabras tomando mis labios en un beso que como siempre, deja mi corazón en sus manos y me hace adherirme tanto como puedo a su cuerpo, a su calor. Mis manos se ajustan tras su cuello y me alzo un poco para poder besarlo bien, de repente me siento pequeña gracias a mis zapatos planos, los que me puse para estar más cómoda y él, tan alto.
Gimo e Iván gruñe cuando nuestras lenguas se encontran, alejándonos completamente de la realidad. Me marea con esa forma apasionada, dura y con bríos que tiene de besarme y que hace mi cabeza dar vueltas, pero a la vez se siente el amor, la delicadeza y una ternura que me provoca querer enrollarme en su brazos y que me acaricie por todas partes.
Sé que nos miran a nuestro alrededor, muchas chicas que probablemente sientan envidia de verme con un hombre tan apuesto, sin embargo, en lugar de importarme el que me miren y escuchen mis gemidos descontrolados me hincho de orgullo...
Se aparta dejándome jadeando, sus labios tan irritados como los míos. Masajeo su mandíbula cuadrada.
—También te adoro —le digo, no se puede contener y me besa de vuelta, pero no es un beso largo, aunque igual de placentero para mí. Cuando deja mis labios abro mi bolsa para sacar dinero de ahí—. Voy a comprar esas taquillas. La película está a punto de comenzar en unos minutos y no quiero perderme el inicio, si te pierdes el inicio es difícil que puedas entender lo que sigue porque pierde el encanto.
Me detiene.
—Carolina, puedo pagar yo esas taquillas, por favor.
Niego con la cabeza, evitando que saque su cartera para pagar tal cómo estaba a punto de hacerlo. Detengo su mano en el acto dentro de su bolsillo.
—Lo siento, señor Forter. Yo invité, yo pago.
Me acerco y a pesar de las quejas del hombre a mi lado compro dos taquillas para ver una película que se había estrenado hacia una semana y moría por verla. Confieso que muchas veces vine al cine sola porque me gusta y no tenía que estar acompañada para disfrutar de una buena película, pero teniendo un hombre a mi lado no tengo porqué venir sola. Cuando lo invité me complació el que me dijera que sí sin titubear.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.