Capítulo 24

15.9K 1.1K 83
                                    

Iván

Había dolido...

Había dolido como pocas cosas me dolieron en la vida el ver como Carolina parecía— o más bien—sentía vergüenza de ser vista en público con un hombre como yo, lo que a cualquier otra mujer le podría parecer un orgullo a ella le dio pena; matando de golpe mi ego. Lo peor, es que no puedo juzgarla por sentirse de ese modo a mi lado.

No, porque soy consciente de lo mierda que es mi reputación desde hace años y fue una que yo mismo me cree, una que hasta hace muy poco me importaba tres hectáreas de mierda el que se dijera de mí y me sentía orgulloso de mí mismo por ser así. Al final, era y es mi vida, por ende tengo todo el puto derecho de vivirla a mi manera y nadie tiene porque juzgarme por querer vivir como se me antojara, ¿o sí? Claro que no.

Sin embargo ahora, una parte de mí; aunque sabe que es imposible, daría lo que fuera por cambiar esa versión tan sucia que existe de mí, sobre todo, ante la mujer que quiero, como si pudiera escribir nuevamente mi propia historia, más limpia, pero ya lo he dicho, es imposible. No después de que por años yo mismo me encargué de mostrarle al mundo lo cínico que podía ser y lo poco que me importaba tener relaciones que solo conllevaran noches de placer y sentirme orgulloso como la mierda de ser de ese modo. ¡Ya saben! No me interesaba tener nada más allá con ninguna mujer que no fuera placer.

Mi lema durante todos esos años era: «hasta que el amanecer nos separe», pero muchas ni siquiera las podía soportar dos minutos después de darme lo único que buscaba de ellas, sexo, un buen momento de placer y ya...

De todos modos, siendo sincero, sigue sin importarme mucho lo que diga la gente de mí, nunca me importó ni me quitaba el sueño y tampoco lo hará en estos momentos. Hoy y esta noche lo único que me interesa es estar con la mujer que quiero, hacer todo por hacerla feliz y ganarme su plena confianza, será difícil, pero no imposible, ¿cierto? Solo me importa lo que Carolina piense de mí, no arruinar esto con mis temores y miedos—que inevitablemente siguen ahí—y el resto del mundo que sigan pensando lo que quieran. Solo quiero demostrar que estoy dispuesto a ser otro por esa mujer que me desquicia y mantenerla a mi lado, sin tiempo ni medidas... Tal como le dije hace horas atrás, no creo que pudiera soportar el perderla de nuevo, no sin volverme loco sin eso tan bueno que me ha hecho preguntarme, ¿por qué no dejé de ser un cobarde muchísimo antes?

Es tan increíble tenerla de vuelta y no importa si aun con todas mis ganas— y he tenido que contenerme mucho para no cruzar esa línea— no he podido tocar sus sensuales labios, el placer de tenerla se siente de la misma forma que mil besos juntos. No miento. La sigo deseando como un loco y mis ganas de tenerla en todos los sentidos, sobre una cama y explorar todos los rincones de su cuerpo con mis manos y mi boca, saber si experimentarlo es tan alucinante como me lo imagino, me asfixian. Pero, antes que eso me, importa más, compartir cada pequeño instante que la vida me dé con, Carolina. Vivir esto de a poco para poder disfrutarlo más.

Nos debemos tanto tiempo juntos, tantos momentos que perdimos todos estos años, tantos abrazos, tantas miradas. Tantas caricias... tantos besos, que cualquier instante juntos debe ser un tesoro que en mi caso, quiero disfrutar al máximo.

Esta noche había sido nuestra primera salida juntos, siendo la primera vez para mí que salía con una mujer en plan «romántico» sin que involucre la palabra: «sexo» Jamás tuve una novia en mi vida y debo decir que la experiencia fue bastante hermosa. Me sorprendió lo mucho que me había gustado aquello. Bailamos juntos, la vi reír, y sus ojos chispeando de felicidad y yo era la causa de ese brillo... Estoy muy contento.

Eran pasadas la media noche—casi una de la mañana—cuando salimos del bar, tocándome llevar a Carolina a su casa cuando lo que menos me apetecía era tener que separarme de ella. Y es que me encuentro en ese punto, nuevo para mí, en que deseo que el tiempo fuese eterno para que no terminara y para felicidad mía no tener que separarme de ella. Sí, me estoy convirtiendo en lo que tantas veces me negué a ser; un estúpido enamorado que no desea separarse de la mujer que quiere, que no puede mirar a otra dirección que no sea ella porque es como admirar la más hermosa obra de arte. Me gusta, me enloquece todas las sensaciones que bailan dentro de mí al estar así, a su lado. Me gusta la falta de aliento mientras la observo, analizando cada detalle y enamorándome de todos. Me gusta tenerla cerca y aun así, necesitar tenerla más cerca. Me gusta extrañarla incluso cuando está ahí, frente a mí. Me gusta perderme en el mar de sus ojos, en su sonrisa... Me gusta el sentimiento de no necesitar nada más si está cerca, me gusta el sentimiento de sentir que me encuentro ¿en una nube? Si no es así, se parece mucho. Me gusta la sensación de... sentirme pleno, un todo a su lado.

Tú, Eternamente tú© ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora