Carolina
Mi corazón empieza a latir como loco, mis manos a sudar y mis piernas se sienten flácidas en mis sandalias negras con tacón fino cuando escucho el sonido del timbre de mi casa.
Sé que es él, Iván Forter es quien está detrás de mi puerta.
Miro la hora en el reloj de mi pared: «7: 45 PM». Incluso llegó unos minutos antes porque habíamos quedado que me recogería a las ocho.
Inspiro repetidas veces, deslizo mis manos sudadas por la tela de los pantalones de cueros que me he puesto esta noche y me acerco para abrirle la puerta al hombre que me tiene perdida por él hasta la locura. Una vez cerca tiro de la manija hacía adentro, encontrándome a Iván allí, vistiendo unos pantalones vaqueros, camiseta gris y una pesada chaqueta negra. No hay rastros de barba en él está noche; indudablemente se ha rasurado el día de hoy, su cabello negro se risa una pizca en su nuca y su aroma llena todo el espacio de mi modesto departamento.
Está sexy como el infierno.
Me estremezco por dentro al verlo, parece que hubiesen pasado siglos desde que lo vi por última vez y solo fueron algunas horas.
En cuanto pone una sonrisa en su rostro en mi dirección, mi corazón se derrite en sus manos y la voz casi no me sale cuando le invito a pasar, lo hace sin quitar sus ojos de mí y el mismo se encarga de cerrar mi puerta a su espalda.
Aún puedo evocar lo bien que se sintió estar en sus brazos la noche anterior, las pocas ganas que tenía de abandonar su calor, su cercanía... Su olor. Como yo le di un beso en la esquina de los labios al despedirnos, pero en realidad quería besarlo de verdad. Honestamente, mis ganas de besarlo son infinitas; son más fuertes que yo misma, y no sé cuánto tiempo podré aguantar haciéndome de la dura. Está clarísimo que caeré en cualquier momento.
—Yo también de quiero, nena.
Mi corazón se calienta lo suficiente con ese recuerdo para sentir que me quema por dentro, arde.
Me sentí la mujer más feliz del mundo cuando lo escuché decir que me quería en ese acento italiano que suena tan sexy en él. Al llegar a casa le llamé para confirmarle que había llegado bien como me pidió antes de salir de su casa y después de que me lanzara un beso detrás de la línea me fui a dormir en la nube, abrazada a él, bueno, a ese muñeco de peluche que hace años ganó en un juego en la feria y al cual puse su nombre, el que por años ha sido su reemplazo en mi cama. Fue mi mejor noche.
Aunque dentro de tanta felicidad no puedo negar que una especie de miedo, o mejor dicho, pánico aún me invada. ¿Temo haberme dejado llevar muy rápido por el corazón y darle esa oportunidad a Iván? ¿Me asusta que antes de lo pensado él se dé cuenta que realmente no sabe lo que es estar con una sola mujer, que yo no le sea suficiente y vuelva a sus andadas, muy a pesar de que me lo juro de todas las maneras creo que ese miedo a salir más lastimada de lo que fui por él seguirá ahí? ¿Pienso que quizás si salimos juntos algún lugar no deje de preguntarme cuántas de las mujeres que allí encuentren pudieron haber pasado por su cama, cuántas de ellas estuvieron en sus brazos, disfrutaron de sus besos y de hacer el amor con el hombre al que vengo deseando entregarme desde que era una chiquilla? Sí, no obstante, quiero pensar que esto es lo que deseo, estar con él, intentar ver qué sale de todo esto y darle el beneficio de la duda al hombre que amo. Deseo confiar en que todas las palabras que me dijo son reales, que me quiere a mí y está dispuesto a todo por mí, por tenerme. Qué solo quiere ser feliz con una sola mujer y esa soy yo. Quiero obligarme a creer que mi época de sufrir en silencio por, Iván Forter a terminando y no me esperan más que momentos de felicidad a su lado.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.